¿Tiene sentido estimular el emprendimiento como deporte “cool” ocasional? ¿Estamos insistiendo demasiado en el fomento de la creatividad y la innovación en detrimento del esfuerzo y la constancia?
La reflexión, con Héctor Colunga y Eva Tirado, viene a cuento del encuentro en Gijón en el que he estado participando esta largo fin de semana, focalizado en el emprendimiento juvenil, .
Y, lo que son las cosas, justo el día anterior estuve con estudiantes de 2º curso de Derecho, regirando los conceptos de responsabilidad y compromiso en tanto que competencias que iban a ejercitar en un proyecto de aprendizaje-servicio.
Para provocar la reflexión, proyecté en clase un fragmento de Algunos hombres buenos. En esta película, el personaje Daniel Kafee es un abogado militar de éxito y vida cómoda que nunca había necesitado lidiar en una sala de juzgado.
Sin embargo, un buen día recibe un caso bastante oscuro que le impulsa a salir de su zona de confort y comprometerse a fondo. Daniel Kafee se convierte así en “un hombre que luchó una vez y por eso fue bueno”, en referencia a la poesía de Bertold Brecht en la que se inspira el título de la película.
Esto me da pie a preguntarme si somos lo bastante sinceros cuando animamos a los jóvenes a lanzarse a la aventura luciendo los farolillos de la creatividad, la imaginación, la innovación… Ciertamente, este brillante equipaje da para una idea genial, tal vez un proyecto de corto recorrido.
Pero consolidar un proyecto -en definitiva, emprender de verdad y no como deporte ocasional- requiere algo más que el fuego inicial. Se necesita perseverancia y paciencia, capacidades un poco menos “cool” y dificiles de vender, que también hay que aprender y entrenar. Para emprender y para la vida.
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