En la práctica hemos sido una comunidad de aprendizaje, dijo María Nieves Tapia esta tarde, en la reunión semestral de la Red Iberoamericana de Aprendizaje-Servicio.

Ciertamente, durante estos añosde existencia de la red, todos hemos aprendido de todos, intercambiando recursos, experiencias, estrategias, descubrimientos.

No hay mejor manera de crear una red que compartir un objetivo claro, y éste ha sido impulsar el aprendizaje-servicio en nuestros territorios.

La Red, además, ha sido un espacio de convergencia de la tradición norteamericana del service-learning y la tradición latinoamericana del aprendizaje solidario.

Liderada por CLAYSS (Argentina) y por NYLC (USA), ha sumado Dewey y Freire, sin dogmatismos y con humildad.

Ha sido también un espacio de amistad y de confianza en un mundo globalizado, un valor que todos queremos conservar.

Con este buen equipaje, ahora la Red mira hacia adelante y se plantea cómo seguir avanzando con la misma mirada abierta:

¿Cómo acoger diferentes niveles de compromiso y adhesión? ¿Cómo lanzar puentes sur-sur? ¿Cómo crear una plataforma virtual de construcción de conocimiento? ¿Cómo dar mayor visibilidad y reconocimiento a las buenas prácticas de aprendizaje-servicio?

Esta mañana, paseando con Gonzalo Silió por el Jardín Botánico de Buenos Aires, tomé esta foto de un árbol de estructura sorprendente:

Parece que sus raíces, surgiendo del interior, crezcan hacia el cielo, lo impulsen hacia arriba. Es una buena metáfora de la Red Iberoamericana: que el sentido práctico, el tocar de pies en el suelo, no nos impida elevarnos y soñar.

 

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