Ayer estuve en la presentación de la Fundación Universidad de Padres, que dirije el filósofo José Antonio Marina.

Me parece una experiencia muy interesante. En ella los padres y madres se forman online para aprender a cumplir lo mejor posible con su función parental.

Creo que vale la pena explorar esta vía, porque todos nos lamentamos del poco éxito -hablo en general, ¡que también hay excepciones!- de las tradicionales escuelas de madres y padres, y seguramente conviene contar con más herramientas.

Hace unos cuantos años, estuve en la Comisión de Familias del Pacto Nacional por la Educación en Cataluña y me tocó discutir bastante sobre un tema clave: ¿cómo implicar más y mejor a las familias en la educación de los hijos?

En aquel momento presenté una propuesta ilusoria, pero creo que tiene su lógica. Propuse que cuando un niño o niña se matricula en una escuela se matricularan el padre y la madre al mismo tiempo. Uno a aprender en tanto que niño o niña, los otros a aprender en tanto que padres.

Puesto que ambos procesos requieren contenidos, metodologías y profesorado diferentes, la escuela debería ser diferente a la actual. Incluso me atreví a escribir un texto simbólico sobre este tema. Curándome en salud, lo titulé Una de ciència ficció.

Bueno, es evidente que esto no es posible, pero seguro que podemos encontrar medidas innovadoras destinadas a fortalecer el compromiso de los padres y madres en la educación. 

Medidas que les ayuden a evitar el riesgo de delegar, de sobreproteger o de actuar exclusivamente como clientes permanentemente insatisfechos.

La Universidad de Padres es una herramienta poderosa. Vamos a ver si la aprovechamos. Un ejemplo: si tienes una hija de 10 años, en su web encontrarás reflexiones tan interesantes como ésta.

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