Perderse queriendo es buscar el placer de vagar por la montaña, sin más objetivo que la contemplación y el puro disfrute. Sorprender una ardilla, identificar el uuu, u-uuu de un mochuelo, descubrir que las moras todavía no han madurado, o que se ha alargado el tiempo de las frambuesas… Más que perderse, eso es encontrarse a sí mismo.

Nada de estas microfelicidades tiene que ver con la angustia de estar desorientado, que anochezca, esté a punto de llover, empiece a trona, uno se haya olvidado el mapa o no lleve la ropa adecuada y no se encuentre el camino…

Si encima llevas un grupo de adultos, o lo que es peor, de menores de edad a tu cargo, no te digo. En mi vida montañera con niños y niñas me ha pasado sólo en contadas ocasiones, afortunadamente, pero no se lo deseo a nadie. Con personas bajo tu responsabilidad, cualquier parecido con una aventura emocionante y feliz al estilo de Indiana Jones o Harry Potter es pura coincidencia.

Por eso me ha emocionado Qmapp, el proyecto de aprendizaje-servicio de los chicos y chicas del Colegio Qmark de Bariloche (Argentina). Se trata de una aplicación móvil para ayudar a los numerosos excursionistas de la zona a no perderse.

Tuve el privilegio de estar una vez en Bariloche y doy fe que es como para perderse, en ambos sentidos, el feliz y el angustioso. El trabajo de los estudiantes del Qmark es una muestra ejemplar de talento solidario de lo más útil . ¡Vale la pena difundirlo!

 

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