Hace dos días tuve el placer de conversar con Jordi, un profesor que se acaba de jubilar y mantiene su interés por colaborar en proyectos educativos.
Como Jordi, creo que es un despilfarro social y una estupidez el hecho de no aprovechar a los maestros que llegan a su edad de jubilación. La formación y experiencias acumuladas a lo largo de los años les convierten precisamente en personas tremendamente útiles para tareas en las que la veteranía es deseable: formar a otros educadores, asesorar, acompañar, evaluar… Además, con el tiempo se adquiere una mayor objetividad y capacidad para relativizar los problemas y conflictos.
Jordi me pasó la refencia de Rita Levi-Montalcini, la neuróloga Premio Nobel de Medicina en 1986, a quien yo lamentablemente no conocía. Con su descubrimiento del factor de crecimiento nervioso, Rita tira por tierra el mito del declive intelectual asociado a la vejez. Todo lo contrario: el cerebro da segundas oportunidades si se mantiene activo.
Por eso creo que hay que contar con los maestros y profesores que se jubilan, aunque sólo fuera porque los retos educativos que tenemos no nos permiten el lujo de prescindir de la sabiduría.
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