Ayudar es un mecanismo básico en la evolución humana: es la base de la humanización. Actualmente no podríamos concebir una sociedad en la cual sus miembros sólo estuvieran dispuestos a competir y nunca a cooperar o a ayudar al más débil. Nos parecería no sólo una sociedad “bestializada”, deshumanizada, sino incluso inviable. Nada nos hace pensar, en un mundo globalizado, que es posible la supervivencia de la especie humana sin un fuerte componente de altruismo. Sin embargo, esta reflexión no era evidente a finales del siglo XIX. El impacto de la obra de Darwin y de la teoría de la selección natural de las especies había puesto el acento en la búsqueda del beneficio individual como fuerza instintiva y despiadada en el reino animal, y por consiguiente, en la importancia que este instinto podía tener entre los seres humanos. Se abrió entonces una polémica sobre el alcance real del altruismo, un comportamiento que aparecía como “contra natura” en el discurso darwiniano del origen de las especies.

Hace poco apareció en la prensa un reportaje interesante sobre esta cuestión, No es por tí, es por mí.

Os lo recomiendo. Puede servir para reflexionar y debatir en nuestras actividades de formación.

 

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