A veces pienso que la motivación está sobrevalorada, sobre todo cuando se utiliza de explicación para no hacer lo que una se ha propuesto.

Casi se la percibe como una fatalidad, como algo que ocurre independientemente de la voluntad que una tenga, como el mal tiempo que te pilla de improviso o un accidente inesperado…

Yo creo que la motivación también se fabrica. Vale, te pueden ayudar, animar, empujar… que de eso viene la palabra motivación, de “poner en movimiento”. Pero si te fías solamente de los agentes externos para que te suba la motivación, vamos arregladas.

Por eso me encanta este vídeo que descubrí en las redes sociales: Si no tienes ganas de entrenar, entrena sin ganas, cuyo autor es Marcos Vázquez. Me parece genial el mensaje, por su simplicidad y versatilidad, ya que se puede aplicar perfectamente a cantidad de situaciones que no son deportivas.

La verdad es que muchas veces no me siento especialmente motivada, por ejemplo, para salir a correr a las seis y media de la mañana. Pero es mi mejor hora para tal cometido y no tengo ninguna, absolutamente ninguna experiencia positiva, cuando he sucumbido al desánimo y me he quedado en casa. Todo lo contrario. ¡Ni siquiera he podido aprovechar el tiempo para dormir un ratito más, puesto que ya estaba desvelada! Me he quedado de malhumor y descontenta conmigo misma. ¿Qué es lo que he ganado quedándome en la cama? ¡Nada!

Cuando suena el despertador y me reconozco inapetente, busco argumentos para entrenar sin ganas. Aunque hay una excepción a respetar: la falta de motivación porque una está enferma o agotada. ¡Tampoco hay que pasarse! En estos casos es cuando hay que recordar que el descanso forma parte del entrenamiento.

Pero si no es el caso, no tardo ni medio minuto en encontrar razones para ponerme en marcha:

  • Primero, mi salud lo va a agradecer. Eso no es una idea fantasiosa, sino una constatación comprobada.
  • Segundo, mi familia me necesita saludable y tengo que llegar entrenada a la vejez. ¡No me perdonaría llegar a niveles de dependencia que fueran causados por un estilo de vida sedentario! Si acabo siendo una carga para mis seres queridos, que sea por mala suerte y no porque yo me lo he buscado…
  • Tercero, mis amigotas corredoras me están esperando. ¡No las voy a dejar colgadas!
  • Cuarto, me encanta ver el amanecer corriendo, en especial si llegamos al mar y, si para redondear el entrenamiento, nos metemos en el agua. Mira la foto que ilustra este post… ¡lo dice todo!
  • Y, sobre todo, porque es totalmente cierto lo que afirma el vídeo: la motivación, si no la tienes de entrada (lo cual es estupendo, claro), aparece después de la acción. Cuando me pongo en movimiento, se me despereza la caprichosa motivación.

Por tanto, no hay que hacerle mucho caso: ya despertará.

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