¡No me imaginaba que la curiosidad fuera objeto de curiosidad! Pero basta que Alfons Cornella clave la mirada en un tema para que éste se vuelva de repente interesante y empiece a ramificarse por todos lados.

Ayer participé en la presentación del libro Barcelona és curiositat, una colección de entrevistas a 50 personas, según los autores, Alfons Cornella y Carlota Rubio, ilustran la curiosidad como señal identitaria de esta ciudad. La obra está traducida también al castellano y al inglés.

Tuve el honor de ser una de las personas entrevistadas y Alfons me invitó a participar en un diálogo junto con Oriol Ripoll, Mar Santamaría y Pablo Martínez, otros tres curiosos. Nos pasó previamente un guión orientativo con cuatro preguntas, pero la conversación, como no podía ser de otra manera, discurrió luego de manera muy suelta, bastante libremente.

Sin embargo, yo conozco mis limitaciones y no me atrevo a improvisar sin haber trabajado un poco antes. Dejo para los genios esa maravillosa capacidad. De manera que, antes del diálogo, me planté frente a las cuatro preguntas e intenté ordenar las respuestas. Aquí van las notas que llevé encima a modo de “deberes hechos”. ¡Si no eres una genia, tienes que ser disciplinada!.

1. ¿Cómo es de importante la curiosidad?

  1. La curiosidad es el aliento vital que nos empuja hacia delante. Sin curiosidad hay ceguera, hay parálisis.
  2. Como diría José Antonio Marina, la curiosidad permite transformar los conflictos en problemas, lo que nos enfoca en buscar soluciones, en vez de encabezarnos en el enfrentamiento.
  3. La curiosidad, como dice en el prólogo Alfons Cornella, nos nutre de alegría. No se puede vivir en plenitud sin ese mínimo de alegría que proporciona la exploración y el descubrimiento.

2. ¿Cómo de importante ha sido la curiosidad en tu vida?

  1. Las grandes decisiones que he tomado en mi vida tienen mucho que ver con el deseo de explorar y encontrar soluciones. En definitiva, con la curiosidad.
  2. Pero además, en la vida de cada día, la curiosidad me impide aburrirme y me empuja a conocer a gente diferente, a hacerme preguntas y a hacerlas también a desconocidos. En la tertulia, conté una anécdota de hacía dos días acerca de este tema, con un vigilante de suguridad con el que hablamos mi amiga Leire y yo cuando volvíamos de correr.
  3. Compartir la curiosidad con otras personas ha sido para mí una fuente inagotable de placer. Como dijo Oriol Ripoll, la curiosidad hace visibles y estimula las redes que existen entre las personas.

3. ¿Cómo importante debe ser para nuestros hijos?

  1. Debe ser importante para encontrar el aliento vital que decía, para llegar a ser optimistas-realistas: “vale, muchas cosas no van bien, pero… ¿qué hacer para mejorarlas? y, por otra parte: ¿qué cosas sí van bien?”
  2. Por eso hay que enseñar a mirar, a fijar la atención y pasar a la acción, porque como dice en su entrevista Antoni-Rodríguez-Fornells, el sentimiento no es suficiente. Para alcanzar el máximo potencial, la curiosidad debe traducirse en acción.
  3. Hay al menos tres enemigos de la curiosidad:
    • el emocionalismo, que reduce nuestro mundo al ombligo,
    • la adicción a las pantallas, que anestesia la curiosidad y hace que cada vez necesitamos un estímulo más fuerte para sentirnos interesados, como denuncia Catherine L’Ecuyer en el libro “Educar en el asombro”.
    • la adicción a la velocidad, porque, como dice en su entrevista David Bueno: para acercarnos y examinar lo desconocido, necesitamos tiempo y reflexividad.

4. ¿Qué hemos descubierto después de participar en el libro?

  1. ¡No sabía que la curiosidad despertaba tanta curiosidad!
  2. Repasando las entrevistas y viendo el perfil de las personas entrevistadas, he recordado una frase que oí de un maestro argentino, en referencia a la tarea docente: hay que tener un ojo en el microscopio y un ojo en el telescopio. Creo que es la mirada habitual de las personas curiosas y, curiosamente, he encontrado esta frase reformulada en la entrevista a Berta Lázaro, que dice: Atribuyo el aprendizaje de la curiosidad a mi padre, que miraba hacia arriba y a mí madre, que miraba el diccionario.
  3. Mi conclusión es que la curiosidad no tiene límites, no termina nunca y, cuando la despiertas y la incorporas a tu vida, ya se queda para siempre.
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