¡Ya tocaba intentarlo! El Cilindro de Marboré (3.328 m) es una cima muy atractiva. Había de ser antes del verano, entre semana y desde el Refugio de Góriz. Y así lo hicimos. Es lo que tenemos los jubilados, que a veces podemos disponer de nuestro tiempo un poco más holgadamente que el resto de los mortales.
Un martes de junio tomamos el autobús lanzadera desde Nerín hasta el Mirador de Cierracils, con lo cual empiezas a caminar ya a 2.150 m. para pasar la noche en el remodelado refugio.
El camino del mirador al refugio nos lo tomamos con calma. Íbamos bien cargados con bastones, piolets, crampones, cascos, cuerdas, arneses… ya que esperábamos encontrarnos de todo al día siguiente. Tardamos unas dos horas y cuarto en plan muy tranquilo.
El refugio está estupendo. Tuvimos la ocasión de verlo meses atrás en plena tarea de la reforma, pero no lo habíamos visto acabado todavía. Podemos afirmar que es espectacular todo lo que se ha actualizado.
Al día siguiente tomamos el desayuno a las 6:30 y salimos del refugio a las 7:25, siguiendo la ruta normal hacia el Monte Perdido, la que hace todo el mundo. Fuimos a paso de veterano que no tiene prisa excesiva, pasando por algún resalte y por la llamada “ciudad de piedra”, un espacio entre grandes bloques de rocas.
Ya antes de llegar al collado del Lago Helado tuvimos que calzarnos los crampones, pero como que la pendiente era en ese momento bastante moderada, continuamos con bastones.
Alcanzamos el collado del Lago Helado más o menos a las 11:30, es decir, 4h después de haber abandonado el refugio, contando paradas. El tiempo era espectacular, más cálido de lo normal, pero claro, estando a casi 3.000 m. la temperatura se sentía primaveral. Sólo la aparición en el horizonte de unos cuantos nubarrones bastantes lentos podría llegar a estropearnos la mañana.
Sin bajar al lago tomamos hacia el NW la pala rocosa que nos llevó hasta la base de un corredor amplio, pero pendiente y bastante fastidioso, cubierto de nieve a ratos dura, a ratos blanda y siempre resbaladiza. ¡Aquí sí que hizo falta sacar el piolet! Subimos marcando zig-zags, aprovechando la traza que otros habían dejado… bastantes días atrás. De hecho, creemos que fuimos las dos únicas personas que ascendieron al Cilindro ese día.
Alcanzamos el collado que separa el Cilindro del Pitón SW (3.194 m) hacia las 12:45, ya un pelín cansados. Sin llegar a la fatiga, nos sentíamos un poco débiles: ¡el corredor nos había desgastado! Había que reponer fuerzas. Picamos frutos secos, bebimos agua y continuamos la ascensión.
Como describen todas las reseñas, en el collado se abren dos vías de escalada fácil para llegar a la cresta del Cilindro. En teoría, la de la izquierda es para subir y la de la derecha (equipada con anclajes) para bajar. Pero ese día la rimaya de la brecha izquierda dificultaba el acceso y tomamos la opción de subir por la brecha derecha. Es una escalada corta de II superior o III que no ofrece dificultad. Lo que ocurre es que no es lo mismo escalar a 300 m. que a 3.000 m., ni es lo mismo escalar con 40 años que con 70.
Una vez arriba, nos encontramos un tramo de trepaditas fáciles alternadas con trazos de sendero marcado con hitos, hasta llegar a un punto en el que una pequeña pared de II nos estaba esperando… Al mismo tiempo, los pequeños y lentos nubarrones ya se estaban convirtiendo en niebla rápida que avanzaba hacia el Lago Helado.
Aquí tuvimos que tomar la decisión del día: ¿continuamos o abortamos misión? Decidimos abandonar. Por un lado, nos notábamos un poco flojos; por otro lado, la niebla no parecía muy amistosa y, finalmente, podíamos considerar que lo esencial de la alta montaña ya lo habíamos cubierto: travesía con nieve, crampones y piolet; escaladita en la roca; vistas excepcionales; marmotas por todas partes… ¡Nos quedamos a 3.264 m.)
De manera que nos comimos el bocadillo del almuerzo y dimos la vuelta. Con muchísimo cuidado, destrepamos, desescalamos y descendimos el corredor nevado, es decir, lo particularmente delicado de esta excursión. Pensamos que abandonar fue la decisión correcta en nuestro caso.
A partir del collado del Lago Helado ya sólo -es un decir- nos quedaba volver al Refugio. Llegamos a las 19:00, lo justo para ducharnos y aprovechar el primer turno de la cena a las 19:30.
¡Casi 12 horas de actividad de alta montaña! Es un lujo para nosotros y, al mismo tiempo, nos recuerda la edad que tenemos. Por muy en buena forma que una esté, los años son los años y es mejor vivirlos, si se puede, con sentido del humor.
Aunque, como la cabra tira al monte, se nos ha quedado la idea de volver a intentar el Cilindro sin nieve.
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