Ayer fui a votar sin mucho entusiasmo. Pero bueno, frecuentemente donde no llega la ilusión debe llegar la responsabilidad ¿o no?

Para compensar, por la mañana fuimos a escalar a Montserrat y reservamos el voto para la tarde. La via de escalada escogida fue la Joan Marc a la Gorra Frigia. Fácil, bonita, disfrutona y muy adecuada para un día de elecciones si atendemos a la simbología política del Gorro Frigio.

Cada vez que hay elecciones me pregunto si votar no debería ser obligatorio. En no pocos países lo es. Si estamos en una democracia y asumimos que la base de ésta es la voluntad del pueblo, ¿qué sentido tiene no votar?

¿Que no te gusta ninguna opción? ¿Que estás harto de todo y de todos? Pues vota en blanco o pinta un garabato para que den tu voto como nulo. Pero yo creo que votar, como expresión de la participación en la democracia, no es solo un derecho, también es una obligación.

No todo lo que se debe hacer se puede hacer con alegría. Ojalá. Sin duda es más bonito y estimulante, pero cualquier reto de la vida en comunidad se puede teñir a veces de hastío, aburrimiento o incluso desagrado.

La democracia, además, nos proporciona unos cuantos sapos que nos tenemos que tragar. Por citar solo algunos de los que a mi más me irritan:

  • Un gilipollas es un ciudadano y tiene derecho a voto, por muy gilipollas que sea.  Y su voto vale lo mismo que el mío. Incluso los agresores, los violentos, los explotadores, los racistas, los pederastas, los violadores… tienen derecho a voto.
  • Las personas somos manipulables y los sentimientos a veces nos nublan la razón. Por ejemplo, los medios de comunicación pueden ser tendenciosos a la vez que atractivos y seductores y nos pueden desinformar; internet nos puede amplificar los prejuicios en lugar de disolverlos… Es fácil, por tanto, equivocarnos a la hora de opinar, juzgar o emitir un voto.
  • Quien paga manda. Muchas veces el poder no lo tienen aquellos partidos o personas a quienes votamos, sino las grandes economías que dirigen el mercado. Y ni tu ni yo las hemos votado. Pero en la medida que pueden deslocalizar empresas o despedir grandes masas de trabajadores,  tienen la sartén por el mango.

Sin embargo, no conocemos otro sistema de gobierno mejor que la defectuosa democracia. Aunque creo que el voto seguirá siendo opcional aquí, al menos deberíamos fortalecer la conciencia de que ser ciudadano comporta el deber de contribuir a la gobernabilidad del país y de que desentenderse de ella es una irresponsabilidad.

 

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