Debía de ser a principios de los 80 y yo por entonces trabajaba en el ayuntamiento de L’Hospitalet de Llobregat. La comisión de fiestas de un barrio de la ciudad tuvo la idea de que ese año el muñeco gigante de Carnestoltes (que se quemaba en las fiestas de Carnaval) fuera una figura enorme en forma de falo.

Les parecía el súmmum de la originalidad y argumentaban que se trataba de una crítica rompedora y divertida hacia el machismo. A muchas vecinas de la ciudad nos resultaba, en cambio, una auténtica estupidez y muestra de mal gusto. La excusa de que luego “se quemaba” no nos acababa de convencer como muestra inequívoca de que aquello iba de revolucionario.

Contra lo que creían los impulsores de la idea, más que crítica mordaz, veíamos precisamente un acto, tal vez inconsciente, de propaganda servil del patriarcado. Si en lugar de un pene hubieran paseado una botella de coca-cola,  nadie se hubiera tragado que aquello era un acto de repulsa contra el consumismo, el capitalismo yanki o cualquier otra historia similar, porque hubiera resultado publicidad pura de una marca. En el entorno de una sociedad falocrática, sólo faltaba que paseara por las calles un pene gigante…

Pero bueno, también había personas entusiasmadas, hombres y mujeres, algunas gente sensata y bienintencionada, que le encontraban sentido a tamaño desatino. Recuerdo haberme discutido con alguna amiga. Uf, la verdad es que no guardo muy buen recuerdo de los ochenta, gracias, en buena parte, a la tendencia frivolizar y a ir de escéptico por la vida. Eso me agotaba bastante.

He recordado la anécdota cuando me he enterado de lo de la canción Zorra como candidata a Eurovisión. He leído la letra, la he entendido perfectamente y no sé donde está la rebeldía feminista que supuestamente expresa. Debe ser que soy una “feminista puritana”, pero no veo que tiene de feminista y revolucionario divulgar machaconamente la imagen de objeto sexual de la mujer.

Pero casi lo que me da más pena es, que, a día de hoy, como me pasó con aquel Carnestoltes, personas inteligentes y que parecen comprometidas con los derechos de las mujeres, se apuntan a ensalzar esta canción ofensiva. ¿No estaremos repitiendo la misma frivolidad de los ochenta? ¡Y han pasado 40 años! Como decía Raimon, Quan creus que ja s’acaba, torna a començar… (Cuando crees que ya se acaba, vuelve a empezar…)

Por eso apoyo totalmente el posicionamiento de ContraelBorradodelasMujeres:

Con su elección para Eurovisión RTVE banaliza la violencia contra las mujeres y las niñas.

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