Quien se siente desvalido, marginado, apartado, sin duda está sufriendo y necesita nuestro apoyo y cariño para seguir adelante. Pero aceptemos que tener razón es un poco diferente. Porque la persona que llora y sufre puede tener razón… pero puede que no la tenga. Son cosas diferentes.

Cuando tiene razón, apoyarla implicará solidarizarse con ella, unirse a su lucha, defender sus derechos… en definitiva, buscar la justicia por encima de todo.

Cuando no tiene razón, porque se equivoca -¡todos nos equivocamos!- o simplemente está confundida, el apoyo que necesita es de otra índole, que no pasará por asumir como verdadero todo lo que dice.

Y si se trata de menores de edad, entonces la prudencia está más que justificada, porque los menores frecuentemente son muy propensos a confundir fantasía y realidad y al contagio social.

Esta reflexión viene al caso de que estoy muy preocupada, decepcionada y triste por la tramitación de la Ley Trans con carácter de urgencia. ¡Aviso que me la he leído entera!.

Una de las razones por las cuales pienso que se necesita un debate mucho más profundo es creo que esta ley pasa por alto la capacidad de autosugestión que pueden tener los menores de edad a la hora de identificar su malestar como el “haber nacido en un cuerpo equivocado”.

Y si, como resultado de aceptar sin más esta percepción, se anima o conduce a los menores de edad a iniciar tratamientos bloqueadores de la pubertad o se les pinta un futuro en el que podrían cambiar su sexo biológico con la ayuda de cirugías irreversibles, creo sinceramente que les estamos fallando como adultos.

No entiendo que una cosa tan relevante como es cambiar de identidad sexual no requiera (como rechaza la Ley) un acompañamiento psicológico previo para asegurar la salud física y mental de los menores, o no requiera de una madurez mínima que en ningún caso la colocaría yo en los catorce años.

Imagínate a tu hija o tu hijo, menores de edad. Aunque te lo pidieran con lágrimas en los ojos, antes de iniciar ningún tratamiento para cambiar su sexo biológico, ¿no verías necesario explorar su malestar, ver de dónde viene el rechazo a su cuerpo? ¿Y si nos equivocamos todos -él, ella, nosotros- y luego es demasiado tarde?

Algunos textos para pensar, previa lectura de la Ley Trans, para luego poder opinar:

Contra el Borrado de las Mujeres

Comunicado de Docentes por la Coeducación ante la Ley Trans

Comunicado “Responsabilidad Sanitaria frente a las leyes y protocolos de actuación trans”

Artículo de Laura Hedo y Sandra Suárez “Contra la penetració de la ideologia transgenerista a l’educació primària”

Artículo de Altamira Gonzalo “¡Dejen a la infancia en paz!”

Artículo de Lluís Rabell “La conjura woke”

 

Share This