El jueves pasado participé en el acto de presentación del estudio Ser jove a la Florida: desitjos i mancances (Ser joven en la Florida: deseos y carencias).

Este evento representó el “rendimiento de cuentas” y acto de clausura de un proyecto de aprendizaje-servicio protagonizado por jóvenes estudiantes del Ciclo Formativo de Grado Superior de Integración Social del Institut Can Vilumara, en colaboración con la asociación FIC (Foment de la Informació Crítica).

El origen del proyecto radica en una petición del Ayuntamiento de Hospitalet de Llobregat hacia el alumnado del instituto. Se trataba de averiguar la situación de los y las adolescentes de 14-16 años de la Florida, muy en particular, sobre sus demandas y deseos en relación al barrio en el que viven, con el compromiso por parte del ayuntamiento de tener presente esta investigación en futuras acciones municipales.

La Florida es un barrio de L’Hospitalet de unos 44.000 habitantes que viven en menos de 1km2, una de las densidades más elevadas de Europa. El 41% de la población ha nacido fuera de España.

Desde hace tiempo, el ayuntamiento de la ciudad, los centros educativos y las entidades sociales colaboran para mejorar la calidad de vida del barrio y para hacer emerger las múltiples iniciativas cívicas y solidarias que se desarrollan en él.

Clàudia M. Escorza y Anna Puntas, las dos estudiantes que presentaron el resultado de la investigación aclararon que si bien el objetivo de la misma había sido revelar los déficits del barrio desde la mirada de los y las adolescentes, no sería justo concluir sin señalar que muchas personas han declarado una amplia satisfacción en relación con lo que de un barrio puede esperarse.

Después de leer el estudio la verdad es que este aspecto aparentemente contradictorio (la percepción de vivir en un barrio difícil junto con la conciencia de la existencia de elementos muy positivos) fue lo que más me llamó la atención:

De entrada, ninguna persona piensa que su barrio se encuentra en una muy buena condición, la mayoría de jóvenes encuentran que su barrio tiene una condición regular, de hecho, pocos jóvenes (17%) tienen la intención de quedar a vivir en el barrio en el futuro.

Piensan que el barrio es más inseguro que seguro, más intranquilo que tranquilo, más incómodos que cómodos, pero más agradable que desagradable. Más ruidoso que silencioso, más descuidado que cuidado, masificado antes que fluido, pero más solidario que insolidario; vemos, por tanto, que el barrio es complejo, y que, a pesar de los aspectos que claramente ven como mejorables, también destacan aspectos positivos que valdría la pena tener presentes y seguir potenciando. (…)

Cuando a la juventud se le ha preguntado por el aspecto social que más valora y que cree que más debe fomentarse para mejorar la convivencia en el barrio, las actividades comunitarias y la participación en colectivos comprometidos con la transformación social han sido las más señaladas (58%).

Creo que estos aspectos positivos y esperanzadores no son fruto de la casualidad. Es el resultado de mucho esfuerzo, mucha movilización, mucho civismo, muchos educadores y educadoras dándolo todo, mucho compromiso acumulado durante décadas.

Justo esta mañana leía La lucha vecinal por unos barrios dignos que ocultó el relato quinqui,  el reportaje de Peio H. Riaño  sobre Los olvidados. Marginalidad urbana y fenómeno quinqui en España (1959-1982) el libro de Iñigo López Simón.

Estoy totalmente de acuerdo en el despreciativo anonimato y ninguneo en el que cayeron los movimientos vecinales y sus líderes durante los años 70 y 80, frente a la fascinación por la delincuencia marginal.

Y, sin embargo, el impulso positivo de los barrios dio sus frutos, creó cultura comunitaria, llegó a los ayuntamientos y alumbró políticas públicas que mejoraron y mejoran la vida de las personas. Ciertamente no siempre, no en todas partes, con regresiones y contradicciones… pero ha sido suficiente para comprobar que es posible cambiar las cosas a mejor.

Entre las medidas que el ayuntamiento de L’Hospitalet ya está tomando para seguir avanzando en la Florida, Lluis Esteve, coordinador del Pla Integral Les Planes-Blocs Florida, citó el Cruyff Court Jordi Alba, un nuevo espacio deportivo de entrada libre donde participan miles de jóvenes al año; el nuevo Espai Jove Sidecar; el Punt Tic, gestionado por tres jóvenes del barrio, para atender las gestiones telemáticas de los vecinos y realizar alfabetización digital; el estudio de la situación urbanística desde la perspectiva de género y la  creación de la mesa de salud comunitaria liderada por dos psicólogas del CAP.

Al final del acto Joan Carles Valero, representante de FIC, confirmó la intención de esta entidad de publicar la investigación de las estudiantes del Institut Can Vilumara. Un proyecto que no se hubiera llevado a cabo sin el apoyo de la incansable pedagoga jubilada Angélica Arranz y el profesor de Ciencias Sociales Enric Olartecoechea.

Abandoné el recinto con una frase de la película Chavalas dándome vueltas en la cabeza: Puedes salir del barrio, pero el barrio no sale de ti.

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