Estoy enganchada a la lectura de Pequeña filosofía de los pájaros, un abanico de reflexiones  breves sobre el comportamiento de diferentes aves y sus similitudes y diferencias con los seres humanos.

Es un libro amable que permite una lectura fragmentada, incluso haciendo zapping. Como que estoy ahora de abuela intensiva y acabo molida cada noche, avanzo poco a poco y me regalo una pequeña dosis de capítulo diario.

Probablemente esta obra es de fondo de armario para la legión de amantes de la naturaleza -entre los cuales me cuento- que disfrutaron de la trilogía de Corfú de Gerald Durrell y también para los frikis de los pájaros, que ahí también estoy, de los que tanto aprendo a través de cuentas de twitter y facebook.

Pero, aunque no seas especialmente aficionada, puedes descubrir cosas sorprendentes. Por ejemplo, yo acabo de descubrir que mi nieta es un petirrojo clarísimo. Mira si no lo que cuentan de este pajarito los autores:

Tomemos, pues, el caso del petirrojo, pájaro bien conocido por los jardineros y que en los países de Europa Occidental se considera especialmente desvergonzado. No duda a posarse encima de una silla, de una pala o de cualquier otro objeto de fabricación humana y también puede ser que se nos acerque a pocos centímetros i nos siga mientras trabajamos. Con la cabeza inclinada, el ojo interrogador, en posición estática, diría que nos mira con interés y curiosidad.

¡Esa es mi nieta desde las pocas semanas de vida! Unos ojos como platos que observaban en silencio todo lo que ocurría a su alrededor… hasta que fue capaz de gatear y acercarse, luego de erguirse y caminar y más tarde corretear… de manera que la curiosidad se tiñó de temeridad. Todo lo abre, todo lo cierra, todo lo estira, todo lo aprieta, todo lo coge, todo lo suelta, todo lo menea… ¡disfrutas un montón con el pequeño petirrojo, pero puedes acabar agotada!

Nosotros también nos servimos de la curiosidad como motor de creación, dicen los autores, es la curiosidad la que nos ha permitido explorar continentes nuevos hasta llegar a la luna y descubrir remedios a nuestras enfermedades. Bueno, menos mal, porque ya que acabo con las lumbares destrazadas, al menos que sea para una buena causa.

Como hoy este post va de naturaleza y de curiosidad, no puedo acabar sin recomendar el maravilloso blog Biologueando, de Mireia Querol Rovira, una divulgadora estupenda que comunica de maravilla y contagia su vitalidad y su sentido del humor.

La foto de la cabecera es de SEO Birdlife, la la ONG de conservación de la naturaleza más antigua de España, de la cual me he hecho socia recientemente.

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