Me estoy empezando a preocupar por los efectos colaterales del confinamiento. A veces poco visibles, pero inquietantes, sin duda. Comparto cuatro iniciativas que me han proporcionado recientemente información e ideas sobre este tema: un reportaje, un libro, una anécdota y una campaña cívica:

El reportaje: Acabo de leer 9 claves para paliar los efectos del sedentarismo infantil durante la pandemia. Aunque todavía hay pocas investigaciones sobre el tema, los estudios referidos en este artículo apuntan a se han producido problemas relacionados con los síntomas de estrés postraumático, agresividad, rebeldía, obesidad, regulación emocional y conductual, provocando enfados, llantos, miedos, trastornos alimentarios y cierta hiperactividad (…)

Los niños que invertían menos tiempo en el ejercicio físico y hacían mayor uso de pantallas presentaron un mayor número de reacciones negativas. Los datos sugieren, por tanto, que realizar ejercicio físico regular y limitar el uso diario de pantallas puede beneficiar a la salud mental infantil en situaciones de aislamiento.

El libro: Precisamente De 0 a 3, ¿nada de pantallas?, el último libro de la pedagoga y amiga Anna Ramis, apunta al riesgo de que la pandemia haya multiplicado la exposición abusiva a las pantallas por parte de los niños y niñas muy pequeños,

Afirma Anna que las criaturas necesitan moverse e interactuar con otras personas para conocer el mundo y ellos mismos. El tiempo que están abducidos por una pantalla no les permite hacer ninguna de estas dos cosas tan vitales con las que se configura la placa base del cerebro.

Hace algunos años apenas se hablaba del sedentarismo y la obesidad infantil como un problema grave. Se interpretaba si acaso como un fenómeno propio de Estados Unidos, y, casi casi incompatible con la tan celebrada dieta mediterránea que en teoría nos caracteriza.

Pues va a ser que no. Cada vez es más evidente que estamos frente a una tendencia creciente. Hasta puede parecer poco amenazante o incluso simpática, pero tiene consecuencias nefastas en términos de hábitos de salud y riesgos de enfermedades futuras en la vida adulta.

La anécdota (significativa, creo yo): Como señal de esta sensibilidad social en aumento, valga un apunte: en el año 2020 se postularon a los Premios Aprendizaje-Servicio 36 proyectos -de 330 en total- cuya finalidad era combatir el sedentarismo y la obesidad, promoviendo el ejercicio físico y una alimentación equilibrada. En cambio, hace 6 años, cuando empezamos con la iniciativa de los premios, apenas había proyectos centrados en este problema. Desde hace tres años, a cada convocatoria se presentan más.

En estos proyectos los chicos y chicas fomentan hábitos saludables entre la población, pero al mismo tiempo eso les ayuda a cambiar su mirada frente a la comodidad del sofá, la pereza a la hora de moverse, la atracción de la comida-basura… Para convencer a los adultos primero tienen que estar convencidos ellos mismos de que es necesario cuidar de la propia salud, aunque eso comporte renuncias. Cuidarse uno mismo en un acto solidario frente a los demás, porque si uno deliberadamente no se cuida está de alguna manera obligando a su familia a cuidarle.

La campaña: En este momento está en marcha la campaña #MePlantoAnteLaObesidadInfantil, impulsada por la aseguradora DKV, parte del dato de que en España, 1 de cada 3 niños y niñas sufre exceso de peso, una cifra que debido a la situación de pandemia por la COVID-19, podría aumentar. La finalidad de esta es colocar la Educación para la Salud, de manera sistemática y rigurosa, en la agenda educativa tanto dentro como fuera de la escuela.

Yo ya he firmado, porque creo que el problema es serio y requiere convicción y perseverancia.

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