Creo que éste es uno de los consejos políticos más inteligentes para convivir en democracia que he oído.

Se lo oí decir, hace mucho tiempo a un político en el cual yo no confiaba especialmente, ¡lo que son las cosas!. Pero la frase me pareció muy sensata, me dio que pensar y me ha resultado inspiradora en no pocas ocasiones.

Estoy cansada de percibir cómo se desprecia la pluralidad de opciones por parte de supuestos defensores de la democracia. Como si la democracia no tuviera nada que ver con el pluralismo. Como si un futuro con personas que piensen diferente de lo que piensa una misma fuera un horizonte rechazable.

Pactar la divergencia significa aceptar que la otra persona tiene otro punto de vista. Y que cuando tu le expones tus argumentos, no es que “no te entienda”. Sí que te entiende, pero no está de acuerdo. Reconocer este hecho forma parte de la cultura democrática.

Pactar la divergencia significa, además, buscar las líneas en común, que alguna habrá, e intentar hacer ese pequeño camino juntas. Si está claro que en muchas cosas no vamos a estar de acuerdo, razón de más para cultivar los pequeños espacios comunes.

¿No pasa lo mismo en las familias? Cuando nos encontramos con primos, cuñados, parientes que están en nuestras antípodas ideológicas… ¿no buscamos alguna cosa en común que en cierto modo salve el clima familiar?

Pactar la divergencia quiere decir afirmar algo parecido a esto: Vale, sé que en este tema no vamos a estar de acuerdo y tu vas a defender tu posicionamiento. Estás en tu derecho como yo estoy en el mío de defender lo contrario. Pero tengo el deber del respeto personal. Incluso si tus ideas no me parecen respetables, tú sí que mereces mi respeto. Porque eres una persona como yo.

Pactar la divergencia es la antesala de reconocer que en cualquier negociación hay que ceder en algo casi siempre. Que conste que digo “casi”. No querer ceder nunca en nada no es una actitud valiente, sino arrogante y no suele llevar por otro camino que no sea la crispación.

No sólo en política, sino en cualquier otro campo, es necesario pactar la divergencia. Incluso, de manera deliberada y explícita, manifestar reconocimiento al diferente… ¿Por qué? porque vale la pena mostrar que se puede construir convivencia y ciudadanía, a pesar de todo.

Hoy he leído algo así en un diálogo en una cuenta de twitter… y casi me emociono, después de las crueldades que una puede llegar a leer:

– Me gustaría pasar por aquí para decirte que me resulta muy útil lo que escribes y que algunas veces no estoy de acuerdo. Pero que por lo primero y lo segundo me encanta leerte. Muchas gracias y buena suerte

– Me parecen estupendas ambas cosas. Muchas gracias.

Claro que hay que poner límites a la tolerancia, pero, por favor, no la borremos del mapa.

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