Muchos amigos y amigas han sido abuelos antes que yo.

Es otra dimensión… Es lo más… No hay palabras para describir lo que se siente… me comentan las más místicas.

Lo mejor de todo es cómo puedes disfrutar de los nietos… ¡y luego los devuelves a sus padres! – celebran las más prácticas.

Despues de tanto alzar la criatura en brazos me lesioné las lumbares y tuve que ir al fisioterapeuta -se lamentan algunas- ¡parece mentira lo que pesan los bebés!

Estuve diez días abueleando con mi nieta, que vive en el Valle de Arán, en el Pirineo, y es un amor. Tiene poco más de un año y no para quieta ni un minuto. Todo lo mira, todo lo toca, todo lo arranca, todo lo abre…

Pero en cuanto le hablas, le cuentas un cuento, le muestras lo que hay tras la ventana (campos, caballos, perros, montañas nevadas, la luna… ) o le cantas una canción, para, te escucha y, a su modo, sigue el ritmo.

Lo de las canciones me encanta, entre otras cosas porque tengo un buen repertorio para compartir y me permite hacer un poco de teatro, que siempre anima la cosa: picar de manos, imitar los gestos de los animales, chasquear los dedos, bailar un poco…

Me he hecho un hartón estos días de rememorar viejas canciones:

En Joan petit quan balla…

Dins la fosca tot d’una…

A dins del bosc cantava el cucut…

El gegant del pi…

Les oques van descalces…

La lluna la pruna…

Quan tres oques van al camp…

La masovera…

Si vols aigua ben fresca…

Una tarde, de repente, me vino a la memoria Com a casa enlloc, interpretada por Xesco Boix, el cantautor catalán de música folk, cuyas canciones en cassette poníamos en el coche una y otra vez cuando mi hija era pequeña.

Es una melodía popular del folklore norteamericano, muy romántica, suave, con un ritmo que se presta a danzar un vals antes de ir a dormir:

Sovint a la nit miro el cel estrellat i em pregunto per l’eternitat. I quan dins del bosc sento cantar el cu-cut val la pena per mi haver viscut.

Traducción: Frecuentemente por la noche miro el cielo estrellado y me pregunto por la eternidad. Y cuando dentro del bosque siento cantar el cucú, vale la pena para mí haber vivido.

Tenía razón Xesco Boix cuando decía que una canción esponja el corazón. Sí, estoy en plena abuelez y la disfruto cantando y danzando. Y sí, yo también voy a tener que ir al fisioterapeuta para que me arregle la espalda…

¿Existe el verbo abuelear? ¿no? Pues nada, ¡lo inventamos!

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