La autoprotección a veces va en contra de la autoafirmación. Frecuentemente hay que escoger entre desafiar poniéndose en peligro, o bien defenderse de ese peligro evitando el riesgo.

Cuando estás en la montaña esto está muy claro. Hace apenas unos días estuvimos con un grupo de amistades en la Sierra de Guara, donde vamos todos los años a practicar el descenso de barrancos.

La extraordinaria pluviosidad de esta primavera había convertido en impracticables, “indescendibles”, muchos de los ríos habituales. De manera que escogimos un descenso muy bonito, pero apenas técnico, donde el riesgo era tendiente a cero. Y no digo cero del todo, porque en la montaña, como en la vida, esto no existe.

Aún así, encontramos muchísima agua y una corriente considerable que podíamos esquivar sin problemas. Bueno, “sin problemas” porque dos de nosotros conocíamos el río y sus recovecos. Pero no se nos ocurrió tentar a la suerte e intentar disfrutar de nuestra pericia como en años anteriores, metiéndonos por los caos de rocas: en esta ocasión el agua rugía con fuerza y generaba toda suerte de sifones y remolinos.

Esto viene a cuento de la manada, o mejor dicho la jauría, como bien puntualiza Heike Freire. Me parecería una imprudencia transmitir a las adolescentes la idea de que tenemos derecho a desfasar y a quitarnos la camiseta, nadie abusa de los hombres por que se quiten la camiseta, como argumento para reivindicar la autoafirmación de las mujeres.

Pues va a ser que es verdad que tenemos ese derecho. Eso no lo discuto. Pero mientras los animales no se comporten como personas… ¿vamos a animar a las mujeres, sobretodo a las más jóvenes y vulnerables, a ponerse en peligro?

Algo de insensato hay en eso. Conservar la integridad física es más importante que autoafirmarse. Y al igual que en la montaña, no hay que confundir prudencia con cobardía.

No me imagino a ninguna madre diciéndole a su hija adolescente: Tú tranquila, que estás en tu derecho. Rodeada de chicos ciegos de alcohol y machistas hasta las cejas, quítate la camiseta y disfruta afirmándote y desafiando la sociedad patriarcal.

Estoy convencida de que a las mujeres, hoy en día y en el planeta Tierra, no nos sale a cuenta perder el control -aunque inicialmente sea divertido- y presentarnos alegremente desprotegidas frente a la jauría.

El viernes día 6, allí donde esté, me pondré la camiseta negra. Y seguiré luchando por una sociedad más igualitaria. Es bastante cansado, la verdad, y no creo que se le pueda llamar cobardía.

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