Esta fue la primera pregunta que nos hizo ayer Belén Viloria en el acto de entrega del Premio Fundación Princesa de Girona Social 2016: ¿Es lo mismo? ¿Qué diferencias hay?
Es curioso porque a lo largo de mi vida me han colocado ambas etiquetas sin que previamente yo me hubiera identificado con ellas. Ojo, ¡que no me molestan! Sólo que no es lo primero que yo diría a la hora de definir lo que hago…
Cuando yo era monitora de tiempo libre con lo que me identificaba era con la educación en el tiempo libre, no con la manera de llevarlo a cabo. Yo no me definía como una “voluntaria” sino como una educadora.
Igualmente, cuando empecé a dedicarme a difundir el aprendizaje-servicio yo me identificaba -y me identifico todavía- con esta misión y en aquel momento desconocía totalmente el concepto de emprendimiento social.
En algunos proyectos los límites parecen claros y en otros no tanto. En concreto, yo diría que la mayoría de las asociaciones de vecinos suelen basarse en el voluntariado. En cambio, el proyecto Change Dislexia, por el cual ayer Luz Rello, amiga y colega mía en Ashoka, mereció el mencionado premio es una especie de empresa que nace para cubrir una necesidad social, generando riqueza, puestos de trabajo y, seguramente, también voluntariado. De hecho, ¡el emprendimiento social de Luz no se genera sin muchas horas de altruismo y dedicación voluntaria!
En otros proyectos los límites son más imprecisos. Por ejemplo: una ONG que cuenta no sólo con voluntarios, sino también con profesionales que cobran un salario por su trabajo… ¿no podría considerarse también un emprendimiento social? ¿Algunas ONG lo son y otras no? ¿Si son modernillas sí y si son de toda la vida no? ¿Por qué? ¿Y un movimiento social que pone patas arriba prejuicios o convenciones estúpidas sin contar con estructura profesional?
Sin embargo, tomando los ejemplo de la asociación de vecinos, de Change Dislexia y de la ONG, lo que es indudable es que todas estas iniciativas persiguen el bien común, la calidad de vida de la gente, la justicia social y el buen vivir, en el sentido ético del término.
Que se desarrollen sobre la base del voluntariado o de la dedicación profesional me parece relativamente secundario, en la medida en que ésto depende de cómo evolucionan las necesidades, los retos, los recursos… ¡todo es muy dinámico! Además, los proyectos y las personas también transitan para sobrevivir y para servir mejor a la causa. La orientación al bien común es lo nuclear y lo importante.
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