¡Me confieso tecnoadicta! Lo reconocí hace mucho tiempo, cuando tuve que desinstalar el hoy anciano Tetris de mi ordenador, después darme cuenta que veía cómo se caían las malditas piececitas del maldito juego en medio de cualquier reunión, fuera cual fuera el tema de trabajo, como si estuviera alucinando.
Por tanto, no soy para nada tecnófoba. Adoro las TIC. Sin embargo, me inquietan mucho las consecuencias en la educación del consumo tecnológico. En otro post reciente, Pegajosas TIC, intenté explicar esto.
Resulta que horas después de publicarlo, el amigo Xintu Ferrer me recomendó la lectura de Educar en la realidad, una obra valiente, documentada y clarísima de Catherine L’Ecuyeur. Me la leí de un tirón antes de agosto.
Por eso, cuando Nieves Tapia me invitó a reflexionar sobre los nuevos desafíos para el aprendizaje-servicio en el 18 Seminario Internacional de Aprendizaje y Servicio Solidario, quise aprovechar el impacto que me había provocado la lectura de este libro … ¡muchísimas gracias, Xintu!
Aquí te dejo esta presentación: Nuevos desafíos para el aprendizaje-servicio. En la primera diapositiva incluí un vídeo cómico que la misma Catherine coloca en este post: El trance tecnológico. Buenísimo… y muy útil para desdramatizar, que en estos casos siempre va bien.
Y, lo que son las no-coincidencias (¡nada es casualidad!): llego a mi casa volviendo de Argentina y… ¿que me encuentro encima de la mesa? Este dibujo muy orientador para luchar contra la dispersión TIC, extraído de la web Learning Fundamentals:
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