¿Eres de las personas que disfrutan contando y escuchando cuentos? ¿De las que piensan que la literatura infantil es un tesoro inagotable de creatividad?

Bueno, pues estos dos días que he pasado en Logroño he conocido una iniciativa fascinante que te va a interesar: La casa de Tomasa, un colectivo de amantes de los cuentos que cada año montan su propio Óscar, la lista 20 cuentos 20.

Además de la lista, ponen en marcha clubes de lectura; imparten formación a familias, profesorado y población en general; mantienen un programa de radio; colaboran con otras asociaciones  e instituciones y alimentan su blog…

En la XXXI Jornada de la FAPA en la que participé, La casa de Tomasa presentaron su lista de cuentos seleccionados del 2015. Reúne novedades, pero también obras que se han reeditado y siguen siendo un bocado delicioso, como Donde viven los monstruos, un cuento de 1963 que yo recordaba con cariño de mis años de madre contadora de cuentos.

Y, como suele pasar, una impresión me lleva a otra, y otra y otra… Acabo de llegar a Barcelona sin poder sacarme de la cabeza, durante todo el viaje en tren, un cuento cuyo título he olvidado. Era de una niña que se llamaba Clara, como mi hija.

En uno de los capítulos, Clara celebraba su cumpleaños y cubría de salsa de tomate el pastel que iba a compartir con sus amigos. Contra todo pronóstico, a los niños les encantó el pastel y no echaron en falta el azúcar, la nata o el chocolate que se supone debe cubrir un buen pastel infantil…

Ostras, ¡necesito este cuento! Ya he clicado en San Google Bendito y nada de nada…  ¡Help! ¿alguien recuerda el título?

 

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