Angel amb un lliri a la maMe da bastante rabia la acusación de buenismo por parte de quienes no serían precisamente la compañía que yo escogería para ir a una isla desierta.

Pero reconozco que algo de verdad hay en sus acusaciones, por lo menos a veces. Tragedias como la reciente masacre de Charlie Hebdo remueven este terreno y ponen una vez más de manifiesto hasta qué punto podemos vivir engañados y confiados en la bondad universal.

¡Cómo nos cuesta reconocer que la democracia y el respeto a los derechos humanos no se contagian con facilidad!. ¡Ojalá!. El caso es que no se puede dialogar con alguien que sostiene una pistola cargada y te está apuntando.

Me gustaría que fuera posible este milagro, pero no lo es. Si me vieras hablando con una persona convencida de que tiene que eliminarme para ganarse su cielo, ten por seguro que yo no lo estaría haciendo para dialogar precisamente, sino, si acaso, para distraerla y escaparme.

No se puede ser tolerante con la intolerancia. Dejemos de invocar con ingenuidad al diálogo y a la tolerancia frente al furioso fundamentalista para el cual nuestra vida es absolutamente prescindible.

Y aunque me refiero a cualquier clase de aberración fundamentalista, todavía hay una diferencia entre el que está dispuesto a matarte y el que no. No gastaré ni una gota de saliva en tener que puntualizar esto.

Resumiendo: no voy a ir con un lirio en la mano porque no quiero renunciar a los Derechos Humanos.

 

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