Maravillosa mañana en el muladar de Santa Cilia de Panzano, con Manuel Aguilera, presidente de la Asociación Fondo de Amigos del Buitre.
Nunca habíamos visto tan cerca a los buitres. Sabíamos algo de su efecto benefactor sobre la limpieza del territorio, pero esta vez los hemos visto en acción a menos de dos metros, pudiendo además interpretarlos con las explicaciones de Manuel.
Hasta el 2006 se podía alimentar a los buitres de la manera tradicional y natural, dejándoles que consumieran y eliminaran todo tipo de animales muertos. Pero a partir del 2006, con la historia de las vacas locas como fondo, se prohibieron por ley estas prácticas en Aragón.
Una empresa contratada por el gobierno de la región se encarga de recoger los animales muertos de las granjas, lo que impide que el pequeño ganadero pueda verter los cadáveres en un muladar.
Paradójicamente, con este sistema se puede dar el caso de que eliminar un animal muerto sea más caro que comprar uno vivo. Con esta política, la población de buitres y de alimoches está retrocediendo sensiblemente.
Los buitres son buenos. Eliminan la carroña y lo hacen gratis. No atacan a los humanos, ni se comen animales vivos. ¿Qué sentido tiene impedir su trabajo?
El Fondo de Amigos del Buitre, además, está extendiendo su causa a Sudáfrica y a Gambia, implicando a las comunidades indígenas y promoviendo la economía de los territorios. Un impacto sorprendente teniendo en cuenta que se trata de una asociación formada exclusivamente por voluntarios.
Tal vez el problema no sea la locura de las vacas y la obsesión que en su momento generó por una higiene mal entendida, sino la locura de los humanos, capaces de eliminar lo que nos beneficia a todos.
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