¡Como los buitres, los alimoches o los quebrantahuesos!

Cada verano aprendemos algo nuevo de las aves rupícolas, sobre todo de los buitres.

Por ejemplo, que son aves sociables, capaces de acercarse sin temor a la persona que las alimenta en el muladar.

Ahí tienes a José Manuel Aguilera, guarda forestal de la Sierra de Guara alimentando a los buitres.

La fama inmerecidamente hostil de los buitres se desmonta cuando conoces su labor de brigada sanitaria en la montaña.

Este año hemos descubierto, también, la red Vultouris, que agrupa iniciativas al norte y sur de los Pirineos. Visitamos la Falaise aux Vautours  en Aste-Beon (Vallée d’Ossau, Francia) y la Casa del Buitre de Santa Cilia de Panzano (Huesca, España).

Un ejemplo de colaboración transfronteriza de los que debe haber muchos más, pero probablemente son poco conocidos. ¡Me gusta la idea del “turismo ornitológico”! ¿Cuántas buenas ideas se pueden fomentar con redes transfronterizas como ésta?

Nuestro último encuentro con la naturaleza salvaje, cada verano, tiene lugar en la Sierra de Guara: roca caliente y agua fría; carrascas, madroños, pinos y olivos; sapos, culebras, zorros, cabras asilvestradas y la presencia inesperada de dos corzos despistados.

El paisaje de Guara forma parte del ritual del adiós a las vacaciones. Magia para cargar pilas.

 

 

 

 

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