¡Qué difícil resulta resistirse a la obsesión!

Y, sin embargo, cuando una persona es víctima de una injusticia persistente y lacerante, es casi inevitable obsesionarse un poco con ella.

De entrada incluso parece una reacción saludable, porque puede indicar que se posee total conciencia de lo que está pasando y la necesaria rebeldía frente a la agresión.

Pero hay que aprender a rebelarse sin obsesionarse, porque la obsesión sin freno conduce a la paranoia y ésta a la autodestrucción… En definitiva, a la victoria del agresor. No se la concedamos tan fácilmente.

Hay que centrarse en la tarea, en la vida de cada día, en las personas que quieres y que te quieren, en los proyectos que tienen sentido. Si te caes o te tiran al suelo sin miramientos, mira antes de echar a llorar si te puedes levantar.

Hay que poner el reloj, tic tac, y decirse: vale, de acuerdo, he sido víctima de una injusticia. Me voy a conceder diez minutos de rabia y de resentimiento, pero ni uno más. Voy a sobrevivir a esto. Soy Tom Hanks en Náufrago,  el avión estrellado ya es historia, esta pelota se llama Wilson y me ayudará a sobrevivir.

Busquemos nuestra pelota y no nos deslicemos en la pendiente de un triple error.

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