¡Qué bien que viene leer este libro de Vicenç Navarro, Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa!
Hay alternativas seguramente no es un libro redondo, pero es claro, valiente y propone cosas concretas que se pueden hacer. Yo lo llevo casi siempre encima y lo voy releyendo en el metro o cuando me toca esperar turno en cualquier lado.
Estamos saturados de pesimismos desmovilizadores. A lo mejor existe el pesimismo estimulante, pero la verdad es que yo no he tenido el gusto todavía.
Por eso agradezco las ideas que empujan a la acción. Debo confesar que algunas no las tengo claras y otras (pocas) no las comparto al cien por cien, pero a estas alturas una ya está curada de adhesiones absolutas y no me importa discrepar.
De las 115 propuestas concretas mis preferidas son dos.
Una es la número 7, que se refiere a los impuestos sobre transacciones financieras. Estoy absolutamente convencida de que una medida como la de la Tasa Robin Hood es necesaria y deberíamos sacarla del limbo de una vez por todas.
La otra en realidad no existe, pero sería la sustituta de la 101. Está en el bloque de alternativas en educación. Como que la 101 está repetida -un pequeño lapsus que tiene este libro- escribí a los autores proponiendo este otro redactado, a ver qué te parece:
Fomento de las prácticas solidarias dentro del sistema educativo, a fin de impregnar el currículum de los valores de justicia social y espíritu crítico y estimular la responsabilidad personal en la construcción y la defensa del bien común.
No puse directamente “aprendizaje-servicio” porque el término no es todavía suficientemente conocido, pero la frase ya lo expresa.
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