Ayer acabé mi flamante curso sobre la web 2.0, del que espero haber sido una buena alumna. Los profesores, Miquel Ángel Prats y Ladis Girona lo hicieron muy bien.

Una ya no está para gurús sobrados de esos que discursean justo para que no les entiendas y, por el contrario, lo que se agradece es el estilo didáctico directo, fresco y cargado de sentido del humor de estos expertos.

El curso me ha servido para comprender mejor algunas herramientas que ya conocía superficialmente y para descubrir otras que tienen que servir para facilitarme la vida, a mí y a los que trabajan conmigo.

Algunas las voy a adoptar enseguida, como el Dropbox o el Delicious. Pero en el caso del cambio del correo electrónico y de la agenda-calendario voy a medir muy bien los costes neuronales de mi adaptación.

Sigo teniendo una mentalidad muy cartesiana, de “subcarpeta-de-la-subcarpeta-de-la-carpeta”, y esto no cuadra mucho con tener las cosas flotando en un cloud, o sea nube, en el desordenado espacio infinito.

Suerte que los profesores nos tranquilizaron -es un decir- asegurando que  ahora casi todo está “en beta permanente”, que quiere decir que se van haciendo cambios y mejoras, y nada se da por definitivo.

Bueno, pues tal vez en algunas herramientas me voy a esperar a ver cuando encajo mi beta permanente con la beta permanente de la web 2.0.

Una de las herramientas de las que saco mucho jugo es el Google Reader. Gracias a ella, saboreo reflexiones tan interesantes como éstas:

Por qué no uso Prezzi: una reflexión de Jordi Adell sobre la fascinación de lo superfluo.

Pedagogismo y clasismo: una reflexión de Gregorio Luri sobre como las modas pedagógicas pueden favorecer la exclusión.

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