¡Suerte tenemos de las personas gusiluz!

A diferencia de las personas tóxicas, las personas gusiluz, como todo el mundo sabe, llevan una lucecita dentro.

Son discretas, nada aparatosas, modestas. A veces la lucecita está apagada, pero tú sabes que ahí está, y que te la encienden cuando la necesitas.

Las personas gusiluz no nos suspenden, sencillamente porque no nos examinan. Tampoco discuten cosas absurdas porque adoran la conversación tranquila, ni nos hacen sentir culpables, porque son felices cuando todos nos reímos juntos de nuestras miserias.

Nunca hacen leña del árbol caído porque suelen dedicarse a otras cosas más productivas y porque son personas generosas y compasivas, en el sentido más profundo y auténtico de la palabra compasión.

No siempre tenemos cerca las personas gusiluz, pero parece que un vínculo invisible nos une a ellas en la distancia. Aunque pase el tiempo, cuando las volvemos a encontrar podemos continuar la conversación en el mismo punto que la dejamos.

Son Julio, Litus, Núria, Mireia, Iolanda, Ernesto, Agustí, Noelia, la abuela Montse… y Vicenç, que iluminava nuestros momentos oscuros con su inmensa capacidad de mirar y escuchar.

Esta mañana familia y amistades nos hemos reunido para despedirnos de él. Durante muchos años, aunque hubiéramos deseado que fueran muchos más, disfrutamos de nuestro gusiluz.

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