Me pone mala el desprecio olímpico de algunos políticos hacia los criterios educativos y de sentido común a la hora de legislar frívolamente sobre lo que pueden y no pueden hacer los adolescentes, como está pasando por ejemplo con la venta libre de las pastillas del día siguiente.
Tenemos un lío considerable con las edades (legales) de referencia a la hora de considerar aceptables determinadas conductas. 13 para esto, 14 para lo otro, 16 para lo de más allá… sin ninguna coherencia. Y, sobre todo, sin ninguna intención de arreglarlo, por el momento y por parte de quienes tienen el poder de hacerlo.
La absurda promoción de la precocidad a todos los niveles se apoya en la obsesión de ser y parecer lo más progresista y tolerante posible. ¡Aparte del lío legal tenemos un problema psicológico!.
Por eso se agradecen las manifestaciones de sentido común de personas bien diversas (Barril , Rahola, Ibarz, Lienas , Calatayud… ). La madurez y responsabilidad se adquieren porque se educan. Lo que quiere decir tiempo, paciencia e insistencia.
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