El miércoles día 7 de octubre fue realmente muy florido. Recibí ramos de flores de mi familia, porque era el día de mi santo; hizo un tiempo más primaveral o incluso veraniego que otoñal; y para acabarlo de rematar tuve una estupenda reunión con Esther, Raquel, Núria y Anna, cuatro educadoras del esplai (Centro de Tiempo Libre) de La Florida.
La Florida es un barrio de L’Hospitalet de Llobregat de alta densidad, típico urbanismo caótico de los años 60 y un elevado índice de inmigración, sobretodo latinoamericana. A pesar de que no parece especialmente bonito, ni tranquilo, ni elegante, ni cómodo, es un lugar lleno de energía y con iniciativas como la del esplai, que mejoran la calidad de vida y la cohesión social a partir de la confianza en los niños y jóvenes del barrio.
El Esplai La Florida es un centro veterano en la aplicación del aprendizaje-servicio. Además, desde hace tres años colaboran estrechamente con el instituto de secundaria Eduard Fontserè en este tipo de proyectos.
Nos reunimos precisamente para explorar y discutir posibilidades de nuevas prácticas de aprendizaje-servicio en edades y ámbitos bien diferentes: en el comedor escolar, en el deporte, con los niños y niñas pequeños… Es una de esas reuniones en que sales vitaminada, con las pilas cargadas, los niveles de optimismo repuntando.
Las prácticas educativas del Esplai La Florida hacen honor al nombre del barrio: florecen porque son sencillas, se las abona y cuida con esmero, se quitan las hojas secas, se riegan sin encharcar. Y no se reemplazan por capricho: la constancia también forma parte del secreto.
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