Cuando una es la vieja de un tema es fácil que las personas vinculadas a él la consideren la madre superiora del asunto, la gurú, o cualquier otra mitomanía, independientemente de la capacidad real de la que una disponga. ¡Es lo que tiene la parte buena de la vejez, aunque con su punto de fantasía e injusticia, claro!
Bueno, en mi caso, en el que soy la vieja del aprendizaje-servicio en este país, un punto de inflexión determinante ha sido la última asamblea de la REDAPS, el 14 de diciembre pasado, en la que he dejado de pertenecer oficialmente a su junta directiva.
Junto con otras cuatro maravillosas personas: Javier Torregrosa, Sonia Segarra, Aitziber Mugarra, Marisa Lozano, nos tocaba ceder espacio para que se incorporaran cinco nuevos miembros a la junta renovada. Así lo establecimos hace un par de años para asegurar el equilibrio entre el recambio y la estabilidad.
Como que somos una red de voluntarios, la junta directiva no es un grupo de representantes que se ponen estupendos dando directrices a un equipo de gestión que las ejecutan, sino que en nuestra junta todos desempeñamos tareas ejecutivas, algunas de ellas bastante intensas.
Por razones de que la vejez acaba curtiendo en diversos frentes y porque estoy jubilada o trabajando por cuenta propia desde hace un montón de años, algunas tareas las he podido asumir con mis virtudes y limitaciones. Y ahora es el momento de dejar de ser la titular y promover que otros las asuman plenamente.
Hay un dicho en catalán que se refiere a cómo se alarga el día después del solsticio de invierno: Per Nadal, pas de pardal; per Sant Esteve, pas de llebre; per Sant Antoni, pas de dimoni (Por Navidad, paso de gorrión; por San Esteban, paso de liebre; por San Antonio, paso de demonio)… así avanzan las horas de luz solar.
Esto me recuerda la situación de paso de testigo que tenemos ahora en la REDAPS. La ventaja es que hace tiempo ya que empezamos a dar saltitos de gorrión, incluso algunos de liebre. El reto para el 2025 es llegar al demonio (un demonio bueno, por supuesto) sin ninguna lesión.
En realidad no es un demonio, sino más de uno. Por lo pronto, los 10 miembros de la nueva junta; 12, contando los suplentes. Pero también los más de 200 voluntarios que van acumulando experiencia y que son inasequibles al desaliento. Con derecho a cansarse y descansar un ratillo bajo un árbol.
Con todo este potencial, me voy muy tranquila y muy contenta a abuelear un par de semanas.
¡Feliz Navidad!
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