No sé cómo se puede solucionar esto, pero no me parece razonable que para acceder a una responsabilidad política, con capacidad para decidir sobre la vida de los demás, no se requiera nada especial. Para trabajos de menor envergadura te piden una formación, estar libre de antecedentes o simplemente estar en tu sano juicio.

Me parece que esta omisión de requisitos constituye un punto ciego en la democracia. Si cualquier persona puede ser alcalde, diputado o ministro, por el simple hecho de figurar en los primeros puestos de la lista de un partido político, resulta que luego te encuentras con casos de abusos, de acoso, de toma de decisiones delirantes o erráticas, de corrupción…

Si un candidato tiene una personalidad megalómana, o muestra un trastorno obsesivo-compulsivo, o es excesivamente narcisista, o es un fabulador que llega a creerse sus mentiras… ¿hay manera de evitar que llegue al poder? ¿Quién puede detectarlo e impedirlo si no hay ninguna prueba psicológica obligatoria para acceder a un cargo público?

¿Sería compatible con los valores democráticos tener algún filtro que garantizara la idoneidad e integridad de la persona candidata? Porque si no es posible aplicar ningún filtro, ¿qué hacemos?  Cada vez que sale en los medios una noticia deprimente sobre el comportamiento de algunos políticos se me plantea esta duda.

El martes pasado fui a ver Soy Nevenka, de la cineasta Iciar Bollaín y la duda se me ha indigestado. Es una película impactante a pesar de lo conocido del caso, con una interpretación extraordinaria por parte de Mireia Oriol, Urko Olazábal y los demás actores.

Entre otras cosas, la película pone en cuestión el volátil concepto del consentimiento como brújula para decidir lo que es admisible. El consentimiento por parte de la víctima no exime al agresor de su culpa, ni compensa su bajeza moral. Las razones para consentir una situación de abuso son infinitas (me van a despedir, tengo un hijo que alimentar, me voy a quedar sin amistades… ) y ninguna de ellas sirve para mirar hacia otro lado. Recomiendo mucho esta entrevista con la directora en Espinoff.

Hablando de consentimiento: ¿podemos rebelarnos y superar la fatalidad de aceptar personajes políticos que carecen de los mínimos exigibles: honradez, inteligencia, ética, respeto, generosidad… ?

La preciosa foto de los buitres que ilustra este post es de la Fundación Bioparc Valencia.

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