¿Y si perdonar al agresor o apostar por su redención pusiera nuevamente en peligro a la víctima?
El tercer episodio de la tercera temporada de la estupenda serie Happy Valley contiene un diálogo intenso y doloroso entre dos personas que se colocan en los polos opuestos de este dilema.
Atención, que viene spoiler.
El padre de Ryan está cumpliendo condena en prisión. Es un asesino que violó a la madre del adolescente, la cual se suicidó tiempo después de parir al chico. Cuando éste era todavía un niño, el padre le roció de gasolina para que muriera con él, cosa que llegó a impedir la abuela, sargento de policía en una población de Yorkshire. Ella también estuvo a punto de morir en manos del asesino y pasó meses en coma.
Para proteger al niño, Catherine, la abuela, hace lo posible por impedir que Ryan tenga contacto con el padre. Durante seis años cree que lo ha conseguido, pero finalmente descubre que no es así. A pesar de que Ryan, ya adolescente, conoce la trayectoria brutal de su padre, no resiste la tentación de querer ir a visitarle a la prisión y consigue que Claire, la hermana de su abuela, junto con su novio, engañen a Catherine y cada sábado acompañen al chico a ver a su padre.
Cuando Catherine descubre el engaño, no puede creer que su hermana haya orquestado ese despropósito. La escena del diálogo en la cafetería, donde se encuentran las dos hermanas, es para visionar varias veces. Está llena de desesperación.
Claire, pillada en el engaño, se justifica apelando a la posibilidad de “salvar” al asesino, de que las visitas de su hijo produzcan en él un efecto redentor. En definitiva, de hacerle emerger un brizna de humanidad y de bondad. Catherine le recuerda una y otra vez las maldades cometidas por el padre de Ryan, en especial el querer matar a su propio hijo. Insiste en la protección del más vulnerable y en la naturaleza psicópata del padre. No puede dar crédito a la estúpida candidez de su hermana, que parece pasar por alto el peligro que entraña volver a poner en contacto a padre e hijo.
La de la cafetería es una de las escenas más dramáticas y punzantes de la serie. Hace semanas que acabé de ver esta tercera y última temporada y ha dejado un eco persistente en mi interior. Cualquier noticia que leo en la prensa me la recuerda:
¿Hasta dónde estamos dispuestos a perdonar, a redimir? ¿Es la protección al más débil la frontera del perdón?
Brillant i colpidora serie que ens convida a fòrums dels d’abans.
Fantàstic post per situar la sèrie i l’escena nuclear que descriu.
I afegeixo preguntes, moltes preguntes que ens genera.
És possible la rehabilitació del psicòpata i l’agressor sexual?
On és la frontera entre la malaltia i la maldat?
Hi ha alguna cosa més forta que la necessitat de sentir-se estimat, reconegut i de tenir una identitat ben construïda?
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