Acabo de leer el nuevo libro de Xus Martín y María López-Dóriga, Entornos que capacitan. Intervención con adolescentes y jóvenes en riesgo de exclusión.
¡Ojalá se hubiera publicado en los años setenta y ochenta y yo lo hubiera leído entonces! En esa época yo trabajaba con adolescentes, algunos muy parecidos a los que describen las autoras. Y como educadora, no siempre los supe interpretar ni los supe tratar como hubiera sido necesario. A veces me acuerdo de mis errores más sonados y me avergüenzo.
La lectura de este libro me habría inspirado y ayudado mucho. Destaco dos aportaciones en especial:
- El concepto de las cinco capacidades clave en el trabajo con los jóvenes en riesgo social (capacidad para conocerse a uno mismo, para establecer relaciones personales, para sentirse miembro de un grupo, para vincularse socialmente, para formarse y emanciparse).
- El concepto de las circunstancias que limitan a los chicos y chicas de entorno desfavorecido: las escuelas segregadas y las familias frágiles.
El libro me ha transportado en el tiempo, cuando yo apenas tenía veinte años y batallaba como podía con grupos de chicos y chicas para sacar lo mejor de ellos mismos… pero también me ha recordado anécdotas de cuando tenía cuarenta y pico y comprobaba con mi hija hasta qué punto las familias son determinantes la ausencia o presencia de oportunidades.
Recuerdo la anécdota del trabajo sobre Pasteur que mi hija tuvo que escribir cuando estaba en la ESO, buscando la información, ordenándola y seleccionándola para llegar a una síntesis de la obra de este científico. Bueno, pues la información más relevante y actualizada estaba en la página web del Instituto Pasteur de París y, lógicamente, estaba en francés.
Eso quería decir, en primera instancia, poder disponer de un ordenador y de conexión a internet. Y, en segunda instancia, entender el francés o tener cerca a alguien dispuesto a ayudar en esto. Ambas circunstancias las consiguió mi hija sin salir de casa. Algunos de sus compañeros de curso no dispusieron de estas facilidades. El poder hacer un buen trabajo sobre Pasteur no estaba al alcance de todos, claramente.
Este caso sólo es una anécdota sobre la elaboración de un trabajo académico. Pero las circunstancias que limitan se extienden a todos los ámbitos de la vida. Salir o no salir del barrio y de la ciudad. Pasear o no por un parque, por un bosque, bañarse o no en el mar o en el río. Ir o no ir al cine, al teatro, a un concierto. Vivir o no vivir la experiencia de colonias y campamentos. Sentarse en el sofá de casa a leer un rato o no tener nada qué leer en casa. Practicar o no deporte… Ya ni siquiera me refiero a actividades de alto standing, al alcance de élites económicas, sino a prácticas normales que todos los niños y niñas deberían poder disfrutar. Bueno, pues no todos pueden hacerlo.
Se trata, como dicen las autoras, de chicos y chicas cuyos procesos de socialización se han desarrollado en situaciones de clara desventaja social. La pobreza y la exclusión han provocado en sus vidas una pérdida continua de oportunidades, que sí han estado disponibles para el resto de la población. El propósito de este libro es alentar una intervención orientada a activar las capacidades.
Este libro se devora porque está muy bien escrito, ordenado, claro y lleno de ejemplos. Me gustaría que se convirtiera en el libro de cabecera de educadores y educadoras sociales.
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