Necesito buscar y coleccionar con esmero pequeños descubrimientos placenteros que han emergido como consecuencia directa de la pandemia y del confinamiento.
Parece imposible y fruto de una ingenuidad tontorrona que algo bueno haya podido pasar en medio de este desastre, pero estoy convencida que algunas cosas sí las hay.
Sin olvidar ni desdeñar un minuto la gravedad de lo que está ocurriendo, creo que es necesario también cultivar los pequeños hallazgos. Ni que fuera para compensar tanta tristeza, tanto desconcierto. ¡Vale la pena tenerlos en cuenta y saborearlas!
Para mí una de las sorpresas más agradables ha sido descubrir el entrenamiento a las seis y media de la mañana. La idea nació de cinco amigotas que amamos correr, o más bien diría que estamos bastante enganchadas.
Nos habíamos pasado el confinamiento estricto entrenando como podíamos en casa. En mi caso fue subiendo y bajando escaleras por la mañana y siguiendo al atardecer las rutinas de María Martínez, la que dice que saltando y bailando es imposible estar triste. Tal vez por eso no he abandonado a María…
Pero un buen día, ¡tachín!, empezó la desescalada progresiva y, con algunas restricciones horarias, empezamos a entrenar en el exterior.
Siempre recordaré el sábado 2 de mayo del 2020: fue el primer día de la ansiada libertad y salimos a correr como locas muy pronto por la mañana, con la intención de ver la salida del sol en la playa.
Bueno, no fuimos las únicas con esta idea. El Paseo Sant Joan, en suave bajada y perpendicular al mar, parecía un estadio de corredores antes de comenzar una carrera, cuando la gente va llegando y va calentando.
Al llegar a la línea de playa, en mis auriculares sonó -fue puro azar- Here comes de Sun… ¡me saltaron las lágrimas!
Aquel día descubrimos la playa de Barcelona como no la habíamos vivido nunca. Y desde entonces, casi cada día nos juntamos dos, tres, cuatro o las cinco locas corredoras a las 6:30 de la mañana y bajamos corriendo a bañarnos en el mar, para luego volver, también corriendo, cada una a su casa y a su trabajo.
Hace semanas que el baño es a oscuras, sólo con las luces de la noche y la silenciosa claridad del alba asomando, como se ve en la foto. Hace poco, Marte nos vigilaba en un extremo del cielo. Pero el agua todavía no está fría como en invierno, y nuestra intención es bañarnos durante todo el año, a menos que llueva, nieve, o hiele.
Porque, como dice la canción, entre la energía de la carrera y el calor de la amistad, I feel that ice is slowly melting… ¡Aguantaremos lo que haga falta!
Què bé! Una bona troballa. Córrer amb banyet és una passada. Fer LSD (long slow distance) és un plaer. Endavant Roser, a veure si un dia m’hi apunto
Amigaaaaa tan bello y tan energizante tu relato y el zambullirse en el mar tan tempranito!!!! y todo todo el año!!!!
Abrazo inmenso!!!