Esta mañana he corrido la Cursa de la Dona de Barcelona. Creo que es la cuarta vez que la corro, pero podrían ser más, porque antes no me las apuntaba. Ahora hasta tengo un excel donde voy recogiendo todas las carreras en las que participo.
Este año se han inscrito 3000 mujeres más que el año pasado, llegando a 34.000, lo cual me parece muy positivo. Es un poco confuso llamarla carrera, porque en realidad es como una manifestación gigante y festivalera en la que identifico tres grupos:
- Caminantes: la mayoría (creo, no las he contado) de las mujeres caminan y charlan, se hacen fotos e incluso se meten en los bares a tomar café de vez en cuando. No tienen ninguna prisa, porque no van a correr, sino a disfrutar del paseo y del ambiente. Bien que hacen… ¡lástima que en lugar de colocarse detrás del tímido cartel que pone “andar”, se mezclan con las que quieren correr, con el caos consiguiente!. Por no decir el riesgo de caídas…
- Atletas consolidadas: otro grupo son las corredoras que van a hacer marca y a competir de verdad. Se colocan en las primeras filas ordenadamente, y consiguen correr todo el itinerario desde el minuto cero. Envidia cochina es lo que les tengo.
- Corredoras ilusas: este grupo, entre las cuales me cuento, es el de las pringadas que queremos correr, pero como no tenemos nivel de atleta consolidada y somos obedientes, nos colocamos bastante detrás de las atletas. ¿Consecuencia? Que no podemos arrancar a correr hasta bien pasado el arco de salida, porque la enorme cantidad de mujeres caminadoras que se infiltran por todas partes nos lo impide. Con lo cual no te puedes fiar para nada del tiempo final registrado en el chip. Para poner un ejemplo, este año prácticamente no he podido echar a correr hasta girar por la calle Sepúlveda…
Bueno, en conclusión, que si eres una corredora del montón, tienes que enfocar esta carrera como lo que es: un encuentro festivo a favor de la investigación del cáncer de mama y otros fines solidarios, donde lo mejor es el ambiente, cálido y divertido, y lo peor, la organización de la salida y la falta de disciplina de las participantes.
¿Qué costaría organizar dos horarios de salida y repetir consignas para reconducir la indisciplina? Estoy convencida que las mujeres caminadoras que se mezclan con las corredoras haciendo caso omiso al cartel no lo hacen por ganas de fastidiar, sino por no caer en la cuenta de lo que lo que ello genera.
En cualquier caso, hay un dato interesante: la Cursa de la Dona es de las pocas carreras “de asfalto” que no pierden participantes. Hace pocos días, Miquel Pucurull, el atleta y experto analista del tema, se preguntaba por la causa de este descenso en cada una de las carreras, cuando en realidad, el número global de participantes en estas pruebas ha aumentado. Este artículo de Jordi Subirana recoge la preocupación y aporta algunas hipótesis.
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