Ayer cientos de miles de personas nos manifestamos en España para parar el genocidio de Gaza.

Yo participé en la manifestación de Barcelona junto con Xus, Pepa, Jordi y Frederic. Según la Guardia Urbana éramos 70.000 personas. Tal vez, pero recordando otros eventos multitudinarios, a mi me parecieron muchísimas más.

Tuve la percepción, corroborada por mis compañeros, de que la convocatoria fue muy, pero que muy transversal: personas mayores, gente joven, militantes de sindicatos, organizaciones sociales de diversas tendencias y colores, familias con sus niños y niñas…

El ambiente era cálido y tranquilo. Creo que se respiraba satisfacción por formar parte de una marea solidaria frente a la deshumanización, una marea que nos empuja, aunque solo sea un poco y de manera simbólica, a salir de la burbuja de ensimismamiento individualista, de la banalidad de la indiferencia.

Cuando participo en una mani multitudinaria suelo seguir tres criterios, muy subjetivos, por supuesto:

Empiezo buscando, para ponerme cerca, la pancarta de Comisiones Obreras o de la UGT. ¿Por qué? Bueno, no sabría decirlo, pero me da una cierta tranquilidad de que no me voy a sentir incómoda a su lado. La verdad es que en cualquier evento de este tipo siempre se cuela algún loco que dice barbaridades… y cuanto más lejos esté de él, mejor.

En segundo lugar, busco caras conocidas y las acabo encontrando, lo que me ocurrió ayer con Joan Coscubiela. Fui a saludarle y a comentarle que él había sido una de las causas por las que me di de baja de twitter, al no poder aguantar más el acoso y derribo cruel al que le sometían los haters.

En tercer lugar, aprovecho para enterarme de cosas que no sé y contactar con personas a las que no conozco. Soy una firme convencida de que, en circunstancias controladas, es bueno “hablar con extraños“. Preguntando se va a Roma y yo pregunto muchas veces por las siglas, por el significado de algunas pancartas o banderas, pido permiso para hacer fotos de los mensajes o dibujos más bonitos o emotivos…

¡Siempre extraigo aprendizajes interesantes! Bueno, ni siquiera sabía que la sandía es un símbolo de Palestina, que contiene los colores verde, blanco, rojo y negro de su bandera…

Ayer, por ejemplo, me sorprendió encontrarme con la Associació Catalana de Jueus i Palestins, que no sabía que existía. Y saberlo me llevó a buscar su web y me infundió esperanza.

También hablando con extraños e impresionada por unas bellísimas pancartas con dibujos de esa línea clara que tanto me gusta, conocí a Chantal Vizcaíno, una artivista (con erre) que monta exposiciones, impulsa el proyecto RescueLife, escribe cuentos solidarios, ha creado el personaje de la abuela Maricarmen… todo ello bajo la convicción de que cada dibujo puede ser una semilla de cambio,  cada historia contada puede abrir corazones y mentes, y, aunque el mundo duela, juntos podemos sanarlo.

Más allá de la defensa de una causa, de ser coherente y de estar donde se tiene que estar, una manifestación es también un momento de estrechar relaciones, de contactar con personas desconocidas e interesantes y de aprender.  

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