Cada vez leo más artículos sobre la necesidad de alargar la vida laboral y evitar la tentación de jubilarse anticipadamente. Estos son algunos ejemplos que me han dado qué pensar:
Cinco razones para no jubilarse.
Razones para no jubilarse. Redefiniendo el concepto de retiro laboral.
Las ventajas y las desventajas de jubilarse a los 67 años.
Ciertamente, hay reflexiones de corte económico y social que aportan argumentos muy convincentes que tienen que ver, grosso modo, con la sostenibilidad del Estado del Bienestar, algo que sin duda todos deseamos.
Sin embargo, me preocupa que se pueda estar obviando una realidad un poco invisibilizada: las personas mayores que, pese a estar “técnicamente” jubiladas, siguen aportando dedicación y valor a la sociedad, por lo cual de ninguna manera se las puede considerar pasivas ni ociosas.
No dispongo de datos estadísticos, de manera que mi opinión tiene el valor que tiene, pero al menos quisiera poner sobre la mesa dos situaciones que en mi entorno inmediato son muy, pero que muy frecuentes:
En primer lugar, abuelas y abuelos que cuidan a los nietos: los recogen en la escuela, los atienden por las tardes, solucionan los días de vacaciones en los que no hay recursos como colonias o campamentos… En familias trabajadoras normales, si no se cuenta con los abuelos, sería inasumible contratar profesionales para cubrir estas tareas.
Por tanto, las personas mayores que apoyan a sus hijos e hijas trabajadores en el cuidado de sus nietos cumplen una función social tan invisibilizada como valiosa.
En segundo lugar, personas que, llegando a la jubilación, dedican gran parte de su tiempo en tareas de voluntariado en entidades sociales, incluso asegurando su viabilidad y sostenibilidad.
Un magnífico ejemplo de este compromiso es el que aseguran los profesionales de la salud jubilados que colaboran con el Hospital de Campanya de Santa Anna, una iniciativa focalizada en la atención a las personas más vulnerables y en situación de calle.
Otro ejemplo -en el cual me incluyo- es la Red Española de Aprendizaje-Servicio. Aunque las más de 200 personas socias son trabajadoras en activo del sector educativo y social, la colaboración activa y profesional de las personas jubiladas permite a esta entidad alcanzar un nivel de impacto que, sin ella, sería inviable.
Igual que pasa en las familias, el “ecosistema” se enriquece con la convivencia e interacción entre personas de diferentes generaciones. Como en el bosque maduro de la fotografía que acompaña este post. Pura biodiversidad.
En resumen: la invisibilidad social de estas dos aportaciones de las personas jubiladas (apoyo a las familias y apoyo a las causas sociales) son un ejemplo de lo poco valoradas que están todavía hoy las tareas de cuidado.
Por esta razón yo suelo decir que no estoy “retirada”. Me jubilé hace 7 años y sigo siendo ciudadana activa. El Estado ahora me paga por seguir aportando a la sociedad, al bien común. Nada parecido a la ociosidad.
Charo, me identifico totalmente con tu reflexión.
Absolutamente de acuerdo. Estoy en ese grupo