El sábado pasado participé en Salamanca la Jornada de Aprendizaje-Servicio organizada por el Grupo ApS de Castilla y León junto con el Centro Superior de Formación del Profesorado de esta Comunidad. Además de no lectivo, era un día lluvioso y frío y, sinceramente, no me esperaba que se llenara como se llenó la sala de actos del CIFP Río Tormes.
Pero ahí estaban 120 educadores y educadoras abiertos a los retos, cargados de interés y de energía, con ganas de compartir y de inspirarse. ¡Nunca nada es casualidad! Los proyectos que se presentaron, los debates que se hilaron en las mesas de diálogo, hasta la tortilla de patatas que devoramos a la hora del almuerzo, todo estuvo preparado con mimo y fue satisfactorio y estimulante porque las personas que trabajan en equipo con perseverancia y se dotan de un liderazgo servidor acaban haciendo maravillas.
Hay que agradecer perseverancia y liderazgo por lo menos a Susana Lucas, que inició el grupo; a Isabel Díaz-Emparanza, que lo consolidó y abrió al mismo tiempo, a nuestra añorada Elena Rodríguez, una auténtica antorcha iluminando el camino, tal como la describió Miguel Ángel Casanova, director del centro. Y ahí están también Mabel Pérez, Rocío Gómez, María Jesús Sánchez, Begoña Lázaro, Javier García de Bustos y María Isabel Marcos, que ahora toma el relevo en la coordinación.
Un artista genial puede ser pesimista, pero un docente no se lo puede permitir, aunque a veces cueste un gran esfuerzo moral superar las adversidades. Por eso jornadas como la de este sábado pasado son tan importantes. Renuevan no sólo nuestro compromiso, sino también nuestro optimismo y energía para continuarlo.
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