Coincido con Montse, mi amiga maratoniana -hoy está corriendo la media de Dublín, en que hay que correr por algo o por alguien.

Que ya está muy bien si corres por mejorar tu salud y por solidaridad con tus familiares, aquellos que te van a cuidar si al envejecer pierdes autonomía… ¡que al menos porque te hayas ido abandonando!

Pero correr por una causa o por una persona aporta otra dimensión a este deporte.

Ayer corrí por una persona y por la causa con la que estuvo comprometido. Me refiero a Manolo Vital, el protagonista de El 47, la estupenda película de Marcel Barrena. Pocos días antes había ido al cine a verla y no podía dejar de pensar en ella.

Cuando ocurrieron los hechos que narra la película yo ni siquiera había estado nunca en Torre Baró, aunque trabajaba en Bellvitge, otro barrio del extrarradio. Pero los problemas de acceso a la vivienda, la ausencia de servicios y equipamientos, las tensiones, el ambiente, el liderazgo vecinal, las ilusiones y las utopías eran las mismas.

¡Incluso los personajes! Tuve la suerte de conocer y tratar a muchos Manolos Vitales y a muchas Carmes. Igual que el protagonista, muchos de ellos y ellas militaban en el PSUC, que entonces era el partido -con artículo determinado, porque no había otro que se moviera tanto- y representaba, en Catalunya, la casa común de la izquierda. Eran otros tiempos, sin duda.

Muchos fuimos Carme: la persona de otro lugar de Barcelona que aterrizaba y se unía a los vecinos de un barrio peleón. La mayoría lo hicieron por solidaridad y sentimiento de justicia. Otros, como yo misma, quizá no llegamos por razones tan nobles, sino por simple deseo de acción, de aventura, de relacionarnos con gente interesante… Y cantábamos también Gallo Rojo, gallo negro y todo el repertorio de canciones de protesta, folk, espirituales negro.

Hay muchos momentos emocionantes en la película, pero si me tuviera que quedar con uno, me quedo con el speech final de Manolo Vital, cuando asoma por la puerta del autobús y se dirige a los vecinos de Torre Baró.

Y en un plano más íntimo y sentimental, me quedo también con la escena en que Carme le corta el pelo a Manolo: me recordó inmediatamente aquella de Memorias de África, en que Robert Redford le lava el pelo a Merryl Streep.

Bueno, tengo causas y personas más que suficientes para correr todo un año. Y voy a poner Gallo rojo, gallo negro en mi lista de canciones para correr. No creo que me olvide del tema, porque -lo que son las cosas- el autobús 47 pasa muy, muy cerca de mi casa.

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