Como siempre, todos los encuentros con Cecilia son cálidos e intensos como ella misma. Nos conocimos hace más de quince años en Argentina y, a pesar de la distancia y de sus innumerables viajes, nunca hemos perdido el contacto.
Cecilia está comprometida en el diálogo Norte-Sur y, recientemente, todavía más en el diálogo Sur-Sur. Vive en Londres y se mueve por todas partes. Mantiene una mezcla de realismo político y realismo mágico, supongo que como resultado de absorber y digerir experiencias de uno y otro lado del planeta.
A mi me encanta esa mezcla que ella tiene de mística y de atracción hacia todo lo que suena esotérico, pero siempre llegamos a un punto en el que yo ya no la puedo seguir.
El otro día fue a cuenta del tema de las constelaciones familiares. Bueno, por aquí yo ya no paso. Tal vez tengo de fondo una estructura mental muy racional y toda esta historia me parece no sólo demasiado fantasiosa, sino incluso hasta peligrosa. Pero bueno, eso no altera ni amenaza la amistad y el cariño que nos tenemos.
Discutiendo a propósito de las terapias alternativas que desconfían de la razón y se centran en las emociones y los sentimientos, yo le comentaba lo cansino que resulta escuchar mucho rato -porque si es poco, se aguanta bien- a personas que sólo saben hablar de ellas mismas, sus problemas personales, sus frustraciones, sus traumas infantiles y de lo mucho que estas terapias las están ayudando a no reprimir sus emociones.
No dudo de que sea así, porque hay cantidad de cosas raras que nos ayudan y nos ponen de buen humor en un momento dado. Pero más que la posible utilidad terapéutica, lo que me irrita un poco de estas prácticas es de qué manera el hecho de estar centrado en el propio ombligo va limitando el mundo de quien probablemente necesita ensancharlo. Como un pececito dando vueltas en una pecera esférica bastante pequeña. La obsesión por comprenderse y analizarse una misma acaba siendo una prisión: te quita libertad y te hace esclava de tus emociones.
Por esto me ha gustado mucho esta breve ponencia de Mario Alonso Puig, La libertad es una conquista diaria, en la que, entre otras cosas, afirma que con el pensamiento podemos afectar a los sentimientos. Dicho de otra manera, el pensamiento nos hace más libres. Un poco de racionalidad nos puede ir la mar de bien.
Para mí que las constelaciones más bonitas son las reales, como éstas de la foto, extraida de la web Starwalk.
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