Todavía no le he regalado a mi nieta el cuento que le compré por Sant Jordi, el Día del Libro. Eso es porque vive a más de 300 Km y no nos vemos con la frecuencia que nos gustaría.
Siempre que entro en una librería paso mucho rato en la sección infantil, donde siempre encuentro libros fascinantes. ¡Me costó mucho elegir uno este año! Pero al final, me decidí por I qué?, la versión en catalán del cuento de Sonia Coudert y Grégoire Mabire, un relato de animalitos que van a la escuela y se enfrentan al problema de los abusones. Tiene unas ilustraciones preciosas, llenas de detalles.
Resulta que al cocodrilo le gusta meterse con sus compañeros y compañeras y disfruta avergonzándolos. Todos se sienten amedrentados y no se atreven a enfrentarse ni a pararle los pies, hasta que llega una alumna nueva, una leopardita de la cual el cocodrilo no tarda en burlarse de sus manchas.
Para su desconcierto, la leopardita ni se avergüenza, ni se pone colorada, ni se aparta atemorizada, sino que le responde: ¿Y qué? A partir de aquí, las cosas cambian poco a poco, hasta que todos los alumnos se ven capaces de responder de la misma manera que la leopardita: sin dejarse amilanar, sin miedo, con seguridad. Me gusta mucho el final de esta historia, pero no lo voy a contar para no hacer spoiler.
No he podido evitar recordar una anécdota con mi hija cuando tenía seis años, más o menos. En esa época nosotros teníamos un coche Panda -Panda 35, para ser más exactos- saltarín y destartalado, que nos dio muchas alegrías durante larguísimo tiempo.
Bueno, pues un niño se acercó a mi hija, que estaba sentada en el suelo jugando con unas piezas, y le espetó, con tono fanfarrón: ¡Mi padre tiene un coche más grande que el tuyo!. Mi hija, concentrada como estaba en que no se cayera la torre que estaba construyendo, ni siquiera le miró al responderle: ¡Ya lo creo! Bueno, en realidad el tamaño del coche no era muy significativo para ella. No le importaba mucho. El niño del coche grande tardó unos segundos en reaccionar: se giró y se largó a otra cosa mariposa.
Creo que desde pequeños es posible ir enseñando a los niños y niñas a no dejarse herir por la falta de respeto o por las tonterías de otros y, al mismo tiempo, enfrentarse de manera asertiva, sin entrar en la provocación. Es un aprendizaje difícil y cuentos como ¿Y qué? son una buena herramienta.
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