Creo que llega un momento, cuando te haces mayor (mejor dicho, vieja) en que asumes que vas cambiando de hábitos sutilmente, casi sin darte cuenta, a fin de adaptarte a tus limitaciones. No voy a edulcorar el lenguaje, así que hablo de limitaciones y no de “otras capacidades” y cosas por el estilo.
Por ejemplo, cuando empiezas a seleccionar el libro que vas a leer no sólo por el contenido sino por el tamaño de la letra.
O cuando entras en un espacio público en el que vas a estar un cierto tiempo y te preocupas por identificar enseguida dónde están los servicios.
O cuando ya no te sobresalta que te cedan el asiento en el metro o el autobús…
Sin embargo, es interesante comprobar cómo esa adaptación comporta el desarrollo de algunas habilidades. Por ejemplo, yo me he convertido en una experta a la hora de descubrir los servicios en los grandes almacenes cuando están poco o nada indicados… ¡lo que es muy frecuente!
Y las adaptaciones en grupo merecen capítulo aparte, porque frecuentemente demandan una organización, una logística muy pensada.
El fin de semana pasado fuimos de excursión al Pirineo 14 personas mayores de 60 años con la intención de llevar a cabo dos rutas bien diferentes: el sábado, la Travesía Nuria – Ulldeter y el domingo, el Camino de la Retirada, de Molló a Prats de Molló. No todos podíamos hacerlo todo, de manera que tocó poner atención a la logística. Vamos por partes:
Sábado
La Travesía Nuria – UlldeTer, ¡todo un clásico! la hicimos 9 personas. Se trata de un itinerario de 1000 m. de desnivel positivo y 720 m. negativo, o sea que no es ninguna broma.
Salimos el viernes por la tarde y combinando tren y cremallera nos plantamos por la noche en Nuria (1.967 m.)No quisimos arriesgar con los tiempos, de manera que el sábado arrancamos a caminar sin prisas a las 06:15 h, alcanzando el Collado de Noucreus, de 2.790 m. -que es el punto más elevado del recorrido- al cabo de dos horas y cuarto.
Llegamos al Refugio de Ulldeter (2.220 m.) a las 11:40 h, habiendo parado a desayunar -y otras paradas “técnicas”- por el camino. ¡Cumplimos los tiempos perfectamente! Y además de disfrutar de las vistas panorámicas sobre el Pirineo, nos encontramos con rebecos y marmotas, lo que siempre es una alegría y compensó de alguna manera el viento frío y molesto con el que nos recibieron las cimas.
En el refugio se nos unieron las 5 personas que habían salido de la ciudad ese mismo sábado. Desde la curva de la carretera donde dejaron los 3 coches, tardaron media hora en llegar andando. Comimos los 14 juntos y, de bajada a Setcases, volvimos a separarnos para adaptarnos a los deseos y forma física de cada uno. Algunos fuimos directamente al pueblo en coche y otros bajaron por el Camino viejo de Ulldeter.
Domingo
El Camino de la Retirada es un itinerario de 555 m. de desnivel positivo y 990 m. de negativo. Dicho de otra manera, la bajada es mucho más exigente que la subida. Se trata de uno de los caminos entre Cataluña y el sur de Francia, que recorrieron entre enero y febrero de 1939 miles de personas huyendo de la Guerra Civil. Quisimos hacer esta ruta emblemática acompañados de guías, a fin de aprovecharla al máximo con sus explicaciones históricas y naturalísticas.
Lo dividimos en dos partes para adaptarnos a los diferentes niveles de esfuerzo físico que requería.
La primera parte (todo el tramo de subida) la hicimos las 14 personas juntas. Partimos de Molló (1.180 m.) a las 07:00 h. Previamente, habíamos dejado un coche en el Coll d’Ares, el punto más elevado del recorrido, de 1.512 m., al que se llega por carretera.
Lo hicimos para favorecer que, llegados a ese punto, quien quisiera pudiera finalizar el recorrido. Así fue. Cuatro personas acabaron en Coll d’Ares la excursión a pie y se juntaron con el resto en Prats de Molló (745 m.), ya en territorio francés, bajando cómodamente en coche.
La segunda parte (el tramo de bajada) fue recorrida por las 10 personas que continuamos a pie. No podíamos distraernos mucho, porque el autobús que nos llevaría de vuelta a Molló salía a las 13:00 h. de Prats de Molló y nos quedaba una larga pendiente sin tregua. ¡Llegamos bastante ajustados!
Más allá de la espléndida lección de historia que nos dieron los guías, todo este camino es de una frondosidad y belleza natural impresionante, como muestra la foto de la cabecera.
Finalmente, fuimos a comer todos juntos a Sant Pau de Seguries antes de regresar a Barcelona.
Resumiendo:
- Dos rutas: una de alta montaña, de carácter alpino y otra de media montaña, de carácter cultural.
- Diversidad de agrupaciones para los distintos recorridos. Nadie forzado a hacer lo que no le apetecía.
- Diversidad de medios de transporte: tren, cremallera, coches particulares, autobús, para poder dar respuesta a las agrupaciones.
- Adaptación de los horarios, saliendo siempre muy temprano, para no tener que correr luego.
- Una voluntad férrea por parte de todos (en la puntualidad, en el equipamiento… ) para que la excursión fuera un éxito, como así fue.
No sólo volvimos con la mente relajada, el físico entrenado y los conocimientos históricos refrescados. También regresamos más listos y habilidosos a la hora de compensar nuestras limitaciones.
La vida es tal cual tu excursión. Subidas, bajadas, apoyándonos en los demás y adaptándonos a lo que nos es posible.
Que buena oportunidad…
Leo en tu texto dos palabras claves, por un lado la aceptación y por otro la adaptación. Palabras llenas de generosidad, respeto y foco de bien común. Gracias por compartir.