Esta mañana he corrido la Carrera de la Mujer en casa… ¡la del coronavirus! Precisamente hoy tocaba hacerla en Valencia, de manera que, virtualmente, me he inscrito en esta ciudad.
Soy una asidua de este evento y habitualmente corro en Barcelona, donde este año tocaría, si todo va bien, el 8 de noviembre. Antes de esta fecha todavía tengo dos citas: la Cursa de la Diagonal, prevista para el 7 de junio (¡ojalá no haya que aplazarla!) y la Media maratón de Valencia, el 25 de octubre.
Y después no quiero faltar a la Cursa Jean Bouin, el 22 de noviembre; la Cursa dels Bombers, el 29 de noviembre y la mágica Cursa dels Nassos, el 31 de diciembre.
Este es mi menú anual de carreras. He llegado a él con bastante parsimonia, porque empecé a correr hace muchos años, pero sólo y exclusivamente con la finalidad de estar en forma para subir mis montañas de verano. Sin embargo, lo que en un principio era sólo un medio, una herramienta, se ha ido convirtiendo con el paso del tiempo en un fin en sí mismo.
Correr para sentirse viva, sentirse bien, notar la maquinaria increíble del cuerpo, cansarse y recuperarse… Creo que la mayoría de las corredoras no compiten con nadie más que consigo mismas, para retarse, para ponerse a prueba. Las atletas profesionales son otra cosa, claro.
Pero admitamos que la competición con uno mismo tiene su puntito de adicción. La verdad es que estoy todavía con el subidón que tuve el Vielha el 8 de marzo pasado el la Corsa de la Hemna, cuando me clasifiqué primera en la categoría de mujeres mayores de 60 años… ¡fue la primera vez que me subí a un podium!
Aunque no es comparable, la carrera de hoy ha sido estupenda. No se trataba de correr por el pasillo o por el comedor, sino de participar en cuatro sesiones de we dance (una especie de coreografía), body combat (una especie de ejercicio simulando boxeo), baile libre y yoga. Todo se podía hacer en dos metros cuadrados. Ha sido la primera carrera online de mi vida y ya la he bautizado como la carrera del coronavirus.
Aunque la he disfrutado, sinceramente preferiría que fuera la última de esta modalidad. Yo, que siempre me he quejado del desorden y la indisciplina de cada año en el momento de la salida de la carrera de la mujer… ahora lo veo como un lujo ese follón y lo echo de menos. Mucho de menos.
Gracias, Roser.
He llegado a tu página por un enlace de una asignatura (FOL) del Master de Formación del Profesorado en la UNED. Que, por cierto, no saben qué hacer con nosotros, los alumnos, ahora.
Soy de pocas competiciones oficiales (San Silvestre -31-Dic , la Carrera de Galván y correr por Eloy (Un bombero de Asturias que falleció en un incendio) Esta de la mujer la tengo en la lista de las pendientes.
Lo que yo más echo de menos es el ponerme las zapatillas sin motivo alguno, salir correr y sentir el viento en la cara.