Estoy enganchadísima a la trilogía del Baztán de Dolores Redondo, de la cual ya me he merendado las cuatro novelas. Bueno, en realidad la primera la vi en el cine y fue el acicate para leer el resto.
Me encantan las novelas largas, aquellas que, cuando se te están acabando, sientes pesar e incluso intentas prolongar la lectura todo lo posible.
A mi me duran bastante, porque las reservo para antes de dormir, con lo cual avanzo en la lectura a velocidad de tortuga puesto que a las cuatro páginas ya me estoy durmiendo.
La cara norte del corazón es la última que he leído. Me ha estado acompañando los 15 primeros días de confinamiento y posee todos los ingredientes que a mi me atrapan:
A) Pasan cosas. A mi me gusta que me cuenten historias donde ocurre algo diferente o sorprendente. Me aburren las novelas donde no pasa nada, donde lo único que se describe es el interior de un personaje un protagonista o el discurrir de los pensamientos del autor. Para eso ya me leo un buen ensayo, que es otro género que también me gusta. Pero a una novela le pido acción. Tal vez eso demuestra inmadurez intelectual por mi parte, pero, como decía Tyron Lannister, “nada hay más poderoso que una buena historia”…
B) Es una novela negra donde el Mal, con mayúscula, está físicamente presente. La crueldad siempre me resulta inquietante. Algo en mi interior me dice que no es una patología, no es una enfermedad, ni los malvados merecen compasión por estar enfermos. No lo están. La maldad existe y eso me plantea muchas preguntas que no quiero ignorar, por dolorosas que sean.
C) El paisaje geográfico tiene mucha importancia. Ya me pasaba de pequeña con los cómics de Tintín, que me transportaban a lugares que yo nunca antes había visto y eso me hacía soñar: el Tíbet, Egipto, la selva amazónica, el desierto… Ahora de mayor también disfruto con las novelas que me transportan a paisajes desconocidos y también celebro revisitar paisajes que sí conozco. En el caso de la cara norte del corazón, resulta que no he estado nunca en Nueva Orleans ni en Luisiana, ni tampoco en el valle del Baztán. Lo primero va a ser más difícil de solucionar, pero el valle de Baztán se ha incorporado ya a mi mochila de deseos próximos.
La cara norte de la montañas en el Pirineo es más fría que la sur, umbría, hostil y traicionera cuando hace mal tiempo. Guardo muchas anécdotas de auténtico peligro en la cara norte de algunas cimas.
Dolores Redondo nos muestra en La cara norte del corazón la parte menos amable del género humano. Pero nos cuenta una historia donde el bien vence al mal, al menos en alguna batalla. Y esa esperanza la necesitamos.
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