Durante muchos años, cada verano intentábamos subir un pico de 3.000 metros en el Pirineo. O más de uno. Si no lo hacíamos, parecía que nos faltaba alguna cosa. Era como un reto-rito anual.
Los picos de 3.000 metros siguen teniendo un especial atractivo para mí, pero con el tiempo una llega a valorar también otros factores: un itinerario estético, un esfuerzo o técnica deportiva, el simple hecho de estar en una zona desconocida…
Total, que tenía pendiente el Maubèrme, pico de la Vall d’Arán fronterizo con Francia y hace unos días nos sumergimos en él. No nos defraudó en absoluto.
Desde el punto de partida hasta la cima recorrimos 880 metros de desnivel en 3 horas y 5 minutillos, contando paradas, pero para ello necesitamos aproximarnos en un vehículo todo terreno por una larga pista minera que sale de la población de Bagergue hasta la cota 2.000.
Este fue nuestro itinerario:
A las 9:15, a 2000 m, saltamos del 4×4 en el desvío que hay más arriba de la Cabana des Calhaus. Abajo veíamos el río Unhola, cuyo curso rojizo, debido al hierro que arrastra el agua, contrasta con el verde brillante del valle. Un indicador nos marca el GR 211 y la dirección hacia el Lac de Montoliu, que seguimos.
A las 10:20 llegamos al lago Montoliu, 2.373 m, una preciosidad, prácticamente sin encontrar a nadie durante el camino. Alrededor del lago pacían más de una rebaño de vacas bastante sociables. Nos prometemos bañarnos a la vuelta. Desde el lago vemos perfectamente la mole redondeada del pico. Abandonamos aquí el GR 211 y nos enfocamos hacia el muy evidente Coth de Maubèrme (collado), siguiendo marcas amarillas.
A las 10:50 alcanzamos el collado, 2.468 m. y paramos a desayunar. Obviamente antes de salir algo habíamos comido, pero nos reservábamos el Coth de Maubèrme para el bocadillo de rigor, tomándonos unos 20 buenos minutos para ello. Luego seguimos las marcas y los hitos de piedras en dirección a la vía normal de ascenso, que sube al pico por su izquierda (oeste).
Una pandilla de jóvenes veinteañeros nos pasa delante y nos da una alegría, porque últimamente nos cruzamos con más maduritos que jóvenes en la montaña, a excepción de los corredores, claro está.
A las 12:20 pisamos la cima del Maubèrme, después de haber superado una empinada y poco amable zona, rocosa e inestable, el típico lugar donde tienes que ir con cuidado de no tirar piedras a quien va más abajo. La vista, extraordinaria.
Poco a poco fue llegando gente. Todos contentos y amables, ¡hay que ver lo que te llega a poner de buen humor haber subido un pico! Y no podía faltar el típico vasco –con perdón, queridos vascos- que ascendió por el itinerario más bestia, que quería tomar la ruta de regreso dando la vuelta más larga y que se sorprendió de que conociéramos su pueblo, Oiartzun.
Nosotros regresamos por el mismo camino, permitiéndonos una larga parada para bañarnos en el Lac de Montoliu, con las vacas ya en modo avión y aguas limpísimas mucho menos frías de lo esperado.
Resumiendo lo mejor de esta excursión: el rojo río Unhola y su entorno mineral; el lago Montoliu; una señalización estupenda entre indicadores, marcas e hitos a lo largo de todo el itinerario; una cima de alta montaña, con su pelín de ir con cuidado, pero asequible. ¡Pequeña felicidad!
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