¿Es una broma? – se lo pregunté a Gregorio Luri, después de leer su tweet:

Hay una escuela en la que los niños saltan a la cuerda sin cuerda, para que los torpones no puedan tropezar… al final alcanzaremos la equidad por lo bajo. Estará prohibido tener la autoestima más alta que aquel que la tenga más baja.

No me lo podía creer, pero el maestro Luri afirma que es cierto. No es ninguna broma: saltan a la comba sin cuerda.

Me temo que la sobreprotección por un lado y el terror a parecer discriminador, por otro, están haciendo estragos no sólo en el lenguaje sino también en la práctica pedagógica.

Aunque entiendo la lógica preocupación de los educadores por incluir a los niños y niñas que tienen alguna dificultad, no se me ocurre peor manera de incluir que negarla o taparla. Al final, rozamos el ridículo. Vamos a ver:

  • Un niño o niña que es torpe saltando a la comba tal vez no lo es dibujando, cantando o jugando al póker. Por tanto, no hay que dejar de saltar ni tampoco ponerse a saltar sin comba, sino, si acaso, proporcionar ocasiones para que ese niño o niña luzca sus otras habilidades. Eso nos lo merecemos todos.
  • Un niño o niña que es torpe saltando a la comba tiene que saltar de vez en cuando, tropezar, pisar la cuerda y aprender a reírse a carcajadas con ello. He dicho carcajadas, una sonrisita no me vale.
  • Un niño o niña que es torpe saltando a la comba tiene que poder admirar sin disimulo ni demasiada envidia a los que saltan como rebecos. ¡A ver si ahora va a ser una mala cosa admirar las habilidades y la pericia de los demás! Valientes egocéntricos seríamos si no fuéramos capaces de ello.
  • Un niño o niña que es torpe saltando a la comba incluso puede ser bueno que intente mejorar su manera de saltar, ¿por qué no? No es que saltar bien sea una cosa absolutamente imprescindible y haya que hacerla sí o sí, lo que tiene importancia es proponerse una cosa e intentarla.

Laminar la capacidad de superar la frustración de los niños y niñas en la vida real, sorteando o quitando todos los obstáculos que se pueden encontrar en el camino para que no se enfrenten a tener que admitir que todos tenemos limitaciones… ¡eso no es incluir! Eso es empujar a la inadaptación y al infantilismo permanente.

La ilustración de este post está sacada del blog de Frank Domínguez, maestro de Educación Física que nos explica muy claramente los beneficios de saltar a la comba… ¡aunque no lo hagamos muy bien!

 

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