Este será el cuarto año que Educo, Edebé y la Red Española de Aprendizaje-Servicio nos aventuramos a convocar los Premios Aprendizaje-Servicio. El año pasado se presentaron 244 proyectos, lo cual no está nada mal, considerando que el número creció un 42% respecto al año anterior.
Hay excelentes proyectos que no se presentan, por razones diversas. A algunos educadores no les da tiempo, a otros no les gustan los premios de ningún tipo y finalmente también hay quién no acaba de que beneficio puede sacar el centro educativo en el caso de que no salga premiado. Es aquello de pensar Uf, habrá proyectos mucho mejores, no tenemos oportunidad de conseguir ningún premio, no vale la pena presentarse…
Yo soy de las que piensa que si confías en la responsabilidad y honradez de la gente que convoca los premios -y en nuestro caso, espero que así sea- hay por lo menos 4 buenas razones para presentar tu proyecto educativo a un premio.
En primer lugar, porque presentarse a un premio implica un esfuerzo de sistematizar e incluso replantear los contenidos y la estructura del proyecto: ¿por qué lo hicimos?, ¿qué queríamos conseguir?, ¿cómo lo hicimos?, ¿cuál fue el resultado?, ¿lo repetiríamos?… Muchas veces la actividad nos arrastra y, aunque tenemos las cosas claras, acaban mezcladas en una cesta con lo cual nos pueden confundir. ¡Ordenarlas va a resultar muy útil!
En segundo lugar, porque presentarse a un premio es una oportunidad para dar a conocer el proyecto, por lo menos a los expertos que evalúan. Aunque no salga premiado, otras miradas, que no son las del centro educativo ni las de la entidad social, podrán apreciarlo y tenerlo en cuenta para difundirlo, recomendarlo, facilitar conexiones y buenos contactos. Además, nos proporciona el reto de comunicar bien por escrito, que no es sencillo pero es tremendamente útil. Así, nos planteamos en un ejercicio de empatía, ¿cómo lo van a entender mejor?, apartando un poco el lenguaje cerrado que usamos frecuentemente para comunicarnos sólo entre nosotros.
En tercer lugar -como razón más global y estratégica- resulta que si presentan muchos proyectos ayudamos a la causa de poner en valor el desarrollo del aprendizaje-servicio en nuestro país. Estamos lanzando colectivamente el mensaje al resto de la sociedad de que el ApS ya es una realidad imparable, que hay que prestarle atención, que hay que apoyar estas iniciativas, cada vez menos minoritarias…
Y en cuarto lugar porque también se puede disfrutar como un juego, con sus reglas (las bases), su puntuación (la labor de los expertos evaluadores) y su desenlace (los premiados, los finalistas, los que no han sido seleccionados). Hay en ello emoción, expectativa, estrategia, y una pizca de suerte, porque los sistemas de evaluación no son totalmente perfectos y aunque se intenta eliminar al máximo el azar y la subjetividad del evaluador, la pizquita no desaparece del todo. Requiere, por tanto, una cierta actitud lúdica y de desdramatizar el resultado. ¡Que un proyecto no se lleve un premio no quiere decir que no sea bueno, sino que puede volver a presentarse al año siguiente!
Hay más razones, pero creo que éstas son las que acostumbro a compartir con los educadores y entidades sociales que plantean sus dudas… ¿Valdrá la pena? ¡Sí, si que la vale!
Muy bien concretado, solo introduciria que hace ser coscientes del trabajo.