Hace años, en la puerta de la escuela, mientras esperaba que saliera mi hija, fui testigo de una conversación entre dos madres que me dejó perpleja.

Una de las madres mostraba su indignación -compartida por la otra- porque en la clase de su hijo algunos niños habían comentado a los demás que iban a hacer la comunión. Al parecer de las madres indignadas, en una escuela pública como aquella ni siquiera los niños debían hablar “de Dios y esas cosas”.

Se me ocurrió intervenir para opinar sobre lo natural que es que los niños comenten en clase las cosas que les pasan fuera de ella, las cosas que les interesan o bien que viven con intensidad. No intervine porque me venció la pereza de una discusión que adivinaba estéril y crispada.

Mal asunto la pereza. Nos empuja a basar el respeto a los demás en la cómoda ignorancia, escondiendo lo que pensamos cuando difiere de la tendencia dominante porque si lo expresamos corremos el riesgo de generar un conflicto: Para evitar conflictos, ¡mejor no expresar diferencias!

¿Debemos los educadores estimular que los niños y niñas revelen e intercambien sus creencias diversas? ¿Cómo se puede conocer y respetar aquello que se esconde o se ignora? ¿Es lo mismo mostrar o expresar que adoctrinar? ¿Es que sólo vamos a ser capaces de sentirnos cómodos con las personas que piensan lo mismo que nosotros?

¿Es que la democracia en la que creemos no tiene como elemento constitutivo la pluralidad? ¿Es que en un mundo ideal en el que nos gustaría vivir no habría personas creyentes y ateas,  conservadoras y progresistas, independentistas y federalistas… porque todos seríamos clones, encantados de habernos conocido?

Es muy fácil respetar a los afines, no tiene mucho mérito. Me siento identificada con Jordi Évole cuando afirma que cada vez se siente más distante de los que participan en linchamientos de los que no piensan como ellos…

Estoy subrayando tres publicaciones con reflexiones, opiniones y más preguntas y respuestas entorno a estos temas. Creo que son un material extraordinario para construir un modelo de convivencia alternativo a la fría neutralidad:

El número 388 de la revista Perspectiva Escolar, dedicado a los Mitos, creencias y religiones (julio/agosto 2016).

El número 395 también de Perspectiva Escolar dedicado a la Enseñanza de la política (septiembre/octubre 2017).

El Dossier Graó núm. 2 Dedicado a Aprender a convivir, aprender a transformar (septiembre 2017).

Cierro con una frase subrayada de la primera publicación, extraída del artículo ¿Qué clase de laicidad han de practicar los centros educativos?, cuyo autor es Joan Canimas Brugué:

La vida que vale la pena no se da en una sociedad de extraños morales que cumplen las leyes, sino en una sociedad de conciudadanos que se conocen y dialogan, Y no es solo una cuestión de modelo deseable, sino también de necesidad social: una sociedad estable se fundamenta en la amistad, no en la imposición de la ley.

 

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