La amiga Anna Ramis ha celebrado sus 50 años de lectora. Su relato me ha hecho pensar cuánto tiempo llevo yo leyendo y que ha significado en mi vida la lectura.
Parece mentira, pero yo aprendí a leer a los tres años y medio. A finales de los cincuenta las profesoras que yo tuve no se andaban con miramientos y si podías leer a los tres mejor que a los cinco, y a los cinco mejor que a los siete. Cuanto antes mejor, debían pensar, pasándose por el forro cualquier teoría pedagógica.
Bueno, me imagino que hubo quien acabó odiando la lectura, pero ése no fue mi caso. Recuerdo la primera novela que leí, el primer “libro de verdad”, no un cuadernillo de aprendizaje ni la enciclopedia escolar. Tenía nueve años y fue Las mellizas en Santa Clara, de Enyd Blyton.
A partir de entonces me tragué colecciones enteras de esta autora, que siempre pensé que era un hombre: los siete secretos, los cinco, Santa Clara, Torres de Mallory… Lo mezclaba con Tintín y los Hollister.
Luego vino la época de Julio Verne, simultaneada con las aventuras de Guillermo y las novelas de Agatha Christie. Todo mezclado, mostrándome mundos diferentes, por supuesto más atractivos y emocionantes que aquel donde yo vivía, gris y escaso de aventuras, donde los niños nunca bebíamos “cerveza de jengibre”.
Siempre he sido una lectora compulsiva. Sin embargo, no puedo con todo, ni mucho menos. Hay obras que siendo buenas o muy buenas, se me resisten. Eso me pasó con Yo confieso. Empecé el libro con emoción, pero lo abandoné cuando llevaba una quinta parte leída. No comprendía nada. Sinceramente, no tengo nivel intelectual para entenderlo.
Otros libros los empiezo en el momento equivocado y tengo que abandonarlos para, tiempo después, rescatarlos y leerlos hasta el final. Me pasó con Siddhartha. El primer intento fue fallido, no se porqué, no debía tener el día, pero cuando lo retomé un año más tarde, me lo leí y lo disfruté en dos días.
Y también hay libros que los dejo porque me ponen nerviosa. No es que no los entienda, es que me marean con tantos personajes y tanta acción interrumpida que hace muy difícil el seguimiento. Estoy a punto de dejar por este motivo Lo que no te mata te hace más fuerte.
Me sabe mal, porque he llegado a disfrutar mucho con la saga Millenium. Pero cada vez que lo abro tengo que retroceder uno o más capítulos para volverme a situar. ¿Por qué no colocarán un esquema en las primeras páginas o al menos un listado-presentación de los personajes, como ponían en las novelas de Ágata Christie?
A día de hoy mantengo la afición por la mezcla y suelo simultanear diferentes tipos de lectura. Por eso en este maravilloso día de Sant Jordi me he comprado dos ensayos y una novela:
- ¿Quién domina el mundo? de Noam Chomsky. Ya tenía intención de leer a este filósofo algo más que los artículos que le publican en la prensa y, además, confieso que me divirtieron las continuas referencias en la película Captain Fantastic
- Objetivo:Califato universal, de Eduardo Martín de Pozuelo, Jordi Bordas y Eduard Yitzhak. La verdad es que tengo ganas de saber más acerca del yihadismo y el fundamentalismo islámico.
- Mac y su contratiempo, de Enrique Vila-Matas. Motivadísima estoy por leer algo de este autor de quien el amigo José Francisco Gras siempre habla bien.
Según mis cálculos, llevo casi sesenta años leyendo…
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